enero 12, 2009

Obama, el Maximiliano de AMLO + Que EU imponga presidente aquí

Autodenominado como el único abanderado del nacionalismo mexicano y la casi reencarnación del Juárez que combatió al imperio francés, Andrés Manuel López Obrador convirtió al presidente Barack Obama en su Maximiliano de Hamburgo: el príncipe extranjero que debe poner orden dentro de México ante la incapacidad de los mexicanos para gobernarnos.
La carta del tabasqueño dirigida al presidente electo de los Estados Unidos horas antes de su encuentro con el presidente Calderón reveló más de la pérdida de los valores --racionalidad-- políticos del aún perredista. Por un lado, dice hablar a favor “del pueblo mexicano” --¿del 100%?-- y por otro busca el apoyo de la Casa Blanca y del gobierno de los EU para deponer al presidente mexicano porque a decir del candidato perredista derrotado Calderón “se ostenta” como presidente.
La carta de López Obrador, desdeñada por la totalidad de la prensa mexicana, incluyendo La Jornada, confirma la tesis del “niño mimado” de Ortega y Gasset contra los agitadores de masas.
Pero con todo, López Obrador juega, como siempre, a las dos caras: su carta en español es de apenas cuatro párrafos, mientras que el texto en inglés, cargado de amargura, es de 16 y un recado final para acreditar copias a Michael Moore, el simpático documentalista que se ha hecho millonario a costa de sus películas chistosas y a dos sitios internet, en un hecho que podría tipificarse como traición a la patria.
La idea de López Obrador es clara: presentarse como el “presidente legítimo” de México, pedir el reconocimiento internacional y dicen sus allegados que a punto de abrir sus propias embajadas en el extranjero.
Lo peor de toda esta esquizofrenia tropical --que responde a la misma lógica provocadora contra Obama que han puesto en juego el anciano dictador cubano Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez-- radica en el hecho de que su partido, el Partido de la Revolución Democrática, hace tiempo abandonó la locura del “legítimo”, ha tratado de recuperar su espacio institucional perdido e inclusive ha arrinconado al tabasqueño en los grupos de presión --rémoras del PRD-- de Convergencia y el PT.
Pero lo grave del asunto es el sentido político de la carta de López Obrador a Obama. Ante la disminución de su base social y la ausencia de una resistencia real y activa, el tabasqueño quiere convertir a Obama en el Príncipe extranjero que califique procesos políticos nacionales de México. Al viejo estilo de la lógica del imperialismo del pasado, López Obrador quiere que la Casa Blanca y sin duda el Departamento de Estado decida un operativo para deponer a Felipe Calderón y ponerlo a él como presidente de México.
La pérdida de la racionalidad política de López Obrador llega a momentos culminantes --aunque no será la final porque deben esperarse más sorpresas-- cuando le advierte a Obama que si se toma la foto con Calderón perderá su aureola de “símbolo de cambio”. Es decir, la ignorancia de ideas políticas de López Obrador no entiende que Obama está muy lejos del cambio y que su gabinete clintoniano se nutre de la ideología imperial. Y lo maldice: si reconoce a Calderón, Obama será también… ¡ilegítimo!
Y como para que no haya dudas, López Obrador condiciona a Obama: si se reúne con Calderón, el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos será igual a George Bush. La carta en inglés de López Obrador no escatima reclamos ni condenas: si Obama se reúne con el presidente constitucional de México entonces “su cambio” será “nada más un cuento de hadas”. Obama seguramente entró en pánico por las advertencias del tabasqueño.
Así que Obama ya sabe: o suspende su reunión con Calderón, o las maldiciones gitanas de López Obrador cambiarán el signo de su victoria. Porque López Obrador reduce el proceso histórico de los Estados Unidos a la reunión de Obama con Calderón.
De ahí que López Obrador esté llegando a una fase superior de la desesperación: la locura política. Su intención es la misma de los conservadores del siglo XIX que fueron a Europa por un Príncipe extranjero porque los mexicanos no estaban capacitados para gobernarse por sí mismos.
Si Obama le hiciera caso a la irracionalidad política del tabasqueño, entonces sus movimientos serían tres: suspender la reunión con Calderón, ordenarle al Departamento de Estado el desconocimiento de Calderón como presidente y mover a los marines para poner a López Obrador como el presidente de México pero con el aval, el apoyo y la fuerza del imperio de la Casa Blanca. Juárez se estaría revolcando en su tumba.
Sería convertir a México, en la lógica y ambiciones de poder de López Obrador, en un país similar al Panamá del canal, o como la Nicaragua de los Somoza sostenida por la Casa Blanca de Roosevelt --el de la diplomacia de las cañoneras y el complejo militar-industrial-- o la Cuba de Batista: un gobierno y un presidente impuesto por el imperio.
Lo único que salva a López Obrador es la picaresca con la que será leída en México su carta a Obama. Lo malo es que sigue haciendo el ridículo… y ya no sólo en México sino en el extranjero. Pero falta por saber qué hará el PRD: ¿avalará la carta y el pedido de ayuda a un Príncipe extranjero para que ponga y sostenga a un presidente mexicano y, peor aún, del Imperio de América?

El más agradecido con la carta de López Obrador a Obama es Calderón. Cuando le pregunten en Washington sobre el tema, sólo debe mover la cabeza en señal de ironía, alzar los hombros y esbozar una sonrisa de caridad.


Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

enero 05, 2009

Agenda 2009: inseguridad + Clave: pactos de PRI y Fox

El saldo del 2008 en materia de inseguridad pública confirmó la certeza de que el problema nacional número uno no será el proceso electoral del 2009 ni la crisis económica, sino la presencia y actividad crecientes de las mafias del crimen organizado.

La explosividad de la violencia de la delincuencia y el reconocimiento de zonas francas en poder de las mafias ha revelado la existencia de una estructura de poder que en el pasado no sólo convivió sino que se privilegió de las alianzas, acuerdos y pactos con los gobiernos priístas y con el gobierno panista de Vicente Fox.

Los indicios que se perciben de las instituciones que tienen que ver con la lucha contra el crimen organizado llevan al dato mayor de que el 2009 será vital para la recuperación de la soberanía del Estado en materia de seguridad pública o representará la derrota del gobierno frente a las mafias.
La acción oficial en el 2009 con la aprehensión de algunos capos y el cierre de espacios de acción llevó a tres recomposiciones: los mandos en las mafias, las relaciones corruptas con funcionarios, políticos y policías y los enfrentamientos sangrientos entre mafias por la disputa de territorios. Ahora viene, según previsiones de expertos, un choque de trenes entre las mafias y el gobierno federal. Es decir, que la lucha de fondo contra el crimen organizado va a pasar a una fase violenta que afectará directamente a la sociedad, pues hasta ahora la matanza ha sido entre miembros de mafias.
El tema de la inseguridad va del asalto en la calles al control de ciudades por organizaciones del narcotráfico. De ahí el hecho de que la inseguridad callejera --asaltos y secuestros-- va articulada a una estructura criminal que poco a poco comienza a articularse entre sí y, lo que es peor, con estructuras sociales, políticas y de gobierno.

La agenda de la seguridad en México ha sido fijada por el colapso del 2008:
1.- La urgencia de reorganizar las estructuras de seguridad pública de los gobiernos para romper con la red de alianza con las mafias.
2.- El enfoque de la seguridad pública como un asunto de soberanía del Estado y de pérdida del monopolio de la fuerza.
3.- La percepción de que el narcotráfico es un asunto de salud pública por el crecimiento en el consumo interno de drogas.
4.- La seguridad como un asunto de seguridad nacional que involucra la seguridad del Estado, las relaciones con los Estados Unidos y la estabilidad social interna.
5.- La inseguridad, obvio, como un asunto de seguridad pública, es decir, de la función prioritaria del gobierno para dotar de certeza a la sociedad.
6.- Las evidencias de que la inseguridad es producto de la corrupción de la sociedad, de las instituciones y de los funcionarios y políticos.
7.- Los datos que revelan que el avance de la criminalidad y su corrupción ha minado las bases fundamentales de las instituciones.
8.- La urgencia percibir que el robo y secuestro y el tráfico de drogas está involucrando cada vez más a los jóvenes y niños y a las mujeres.
9.- La creciente acumulación de datos de que el poder económico del crimen organizado está pervirtiendo la política y a la sociedad. Ahí está el caso de la Miss Sinaloa involucrada en el narco y las listas de policías, funcionarios y políticos al servicio del narcotráfico.
10.- El crimen organizado ha estrechado el margen de maniobra de los gobiernos y los ha obligado a distraer recursos.
11.- La estructura de poder del crimen organizado ha entrado en una etapa de reorganización, con datos que revelan el peligro de alianzas sociales y políticas y sobre todo de la extensión del poder económico del narcotráfico a negocios paralelos. La capacidad financiera del narco ha llegado a superar la posibilidad de inversiones públicas.
12.- En el fondo, la nueva política de seguridad debe definirse en torno a tres principios: no pactar con las bandas del crimen organizado, definir un nuevo concepto de política criminal y encarcelar a funcionarios, policías, políticos, empresarios y personas de la sociedad involucradas en el narcotráfico.

La crisis de la seguridad pública vivida en los últimos dos años ha sido producto de decenios de descomposición política, económica y social. Pero sobre todo, de la decisión de gobiernos y sus funcionarios de pactar con las bandas del crimen organizado como una forma de aceptar sus reglas del juego.
Por tanto, la primera gran acción del gobierno debe ser hacia dentro de las estructuras del sector público porque no habrá forma de vencer a la delincuencia con leyes, funcionarios e instituciones penetradas por los intereses de las bandas criminales.
Lo ocurrido hasta ahora es apenas el principio de una gran batalla.
Por Carlos Ramirez
Post RLB Punto Politico.

enero 02, 2009

En 2009 se disputa el 2012 + Después del PRI… ¿el PRI?

Más que López Obrador y la inseguridad, el principal problema del gobierno del presidente Felipe Calderón en el 2008 fue la pérdida de la iniciativa política y su dependencia del PRI y del PRD.
Por tanto, de la capacidad que tenga el presidente Calderón para recuperar la iniciativa política dependerá el punto fundamental del segundo tercio de su sexenio: permitir el regreso del PRI a la presidencia de la república o dar otro paso hacia la transición política.

La agenda de los problemas paradójicamente no tiene que ver con sus soluciones sino con los espacios de maniobra que vaya a dejar el PRI. La amnesia política de la sociedad parece haber dejado en el olvido las tres herencias nefastas del largo reinado del PRI: la corrupción, la represión y la pobreza.

El 2009 mostrará si los mexicanos realmente añoran el regreso del PRI a la presidencia en función del saldo demagógico, si los ciudadanos ven en el PRI sólo la capacidad para entender la crisis por ellos prohijada y si la sociedad en realidad es cultural y sicológicamente priísta. Y todo ello ante las evidencias de la realidad: los priístas de hoy son exactamente los mismos del pasado.
De ahí que la responsabilidad del regreso del PRI a la presidencia de la república sería parte de la sociedad pero sobre todo de la falta de iniciativas políticas del gobierno del presidente Calderón y de las locuras del sexenio de Vicente Fox y Marta Sahagún.
En este contexto, la agenda del 2009 será vital para perfilar el final del sexenio calderonista:

1.- Las elecciones legislativas del 2009. El PAN está obligado a aumentar su bancada, ante el regreso al PRI de los votos que se fueron con López Obrador y el PRD.
2.- La crisis económica nacional. Los programas anticrisis no dieron resultado. Y la desaceleración va a ser utilizada por la oposición como tema de campaña en contra del gobierno.
3.- La inseguridad seguirá lastimando a la sociedad. A diferencia de los gobiernos priístas que pactaron con el crimen organizado, la violencia creciente es reflejo precisamente de la negativa a negociar. Pero faltan las decisiones finales: limpiar los cuerpos policiacos, arrestar a las cabezas y lograr el respeto a la ley.
4.- Las reformas pendientes no podrán avanzarse por la decisión del PRI de no modificar la estructura de poder del Estado priísta. Pero el gobierno calderonista está obligado a modificar en la práctica los protocolos corporativos que hoy dominan los priístas.
5.- La reorganización internacional por el fin del ciclo Bush y el comienzo de la era Obama. Los temas son los mismos: terrorismo, medio oriente, petróleo, crisis económica y América Latina. Los ocho años de Clinton fueron ajenos para México y los ocho de Bush resultaron una pesadilla. En dieciséis años se agotó la política exterior tradicional de México.

A favor de Calderón hay cuando menos tres hechos:
1.- La consolidación de su presidencia con el fortalecimiento del área política. Pero ahora más que nunca Calderón necesita de un equipo de trabajo para el debate, la lucha y sobre todo el 2009. Los escenarios de urgencia del 2006 son diferentes a los de hoy.
2.- El fin político de Andrés Manuel López Obrador. Si en el 2008 buscó derrocar a Calderón, al final López Obrador fue tumbado del liderazgo perredista por la corriente moderada. El tabasqueño quedó arrinconado en el populismo, su estridencia ha quedado en meras quejas y sus alianzas se han reducido al lumpen marginado.
3.- La existencia de una sociedad que quiere ver hacia adelante y no es presa de la nostalgia del pasado manchado de crisis y crímenes. Las encuestas revelan un alto porcentaje de indecisos o sin partido y una sociedad que está a la espera de nuevos liderazgos políticos y sociales.

En contra, Calderón tiene, entre muchos, tres lastres:
1.- Un gabinete presidencial incompetente para entender la dimensión de la crisis. Salvo los secretarios de Gobernación y del Trabajo, y el ejemplar desempeño del secretario de la Defensa Nacional, los demás brillan por su ausencia política. El gabinete ha sido responsable del fortalecimiento del PRI y de la falta de iniciativas políticas para atender los problemas de corto plazo de la crisis.
2.- El PAN perdió su espacio como partido, está siendo utilizado para la candidatura presidencial de su presidente nacional en turno y carece de un liderazgo interno. El problema del PAN es que quiere ser una copia corporativa del PRI.
3.- La pasividad presidencial. En una etapa de transición política marcada por la alternancia se requiere de un liderazgo presidencial más insistente, menos ajeno a los problemas y sobre todo determinado a no perder la iniciativa política. Al final de cuentas, los problemas se resuelven en Los Pinos.
De ahí que el 2009 sea vital para el 2012 y para definir el horizonte político de Calderón.

Por Carlos Ramirez.

Post RLB Punto Politico.