2012: Camacho “jubila” a AMLO + Salinas está “feliz de contento”
Cuando compitieron por la candidatura presidencial en el 2006, López Obrador desdeñó a Cárdenas con un dardo envenenado: “yo no me peleo con la historia”. Pero la historia era nicho, pasado. Hoy Manuel Camacho mandó a López Obrador al cuarto de los cachivaches políticos con el argumento de que “ya no podemos ser país de un solo hombre”.
Y Camacho, de hecho, jubiló a López Obrador para poder colocar a su pupilo Marcelo Ebrard como el próximo líder político máximo de la “izquierda” perredista, luego del trabajo de filigrana de Camacho para que las alianzas PAN-PRD provocaran que los perredistas reconocieran la legitimidad presidencial de Felipe Calderón y con ello, de modo automático, enterraran la presidencia legítima del tabasqueño. Así, Camacho logró prácticamente echar del PRD a López Obrador.
Desplazado del PRI, fracasado su proyecto de partido político particular y asesor áulico del PAN, a Camacho le quedaba el PRD. Y si su maniobra no da resultado, entonces no falta mucho para que aparezca, ahora sí formalmente y con honores, como operador político del PAN.
La larga lista de traiciones de Camacho es de antología:
--El 30 de mayo de 2005, publicó un artículo para explicar la operación política para desplazar a Cárdenas del liderazgo político y poner en su lugar a López Obrador.
Desde siempre, Camacho ha desdeñado a López Obrador y su política de masas.
Camacho no ha podido aclarar su papel en el fraude electoral de Salinas en 1988: negociación con Luis H. Alvarez, presiones autoritarias a la prensa para cerrarle espacios a Cárdenas, amenazas --revelación de Marco Rascón-- al PRT de Rosario Ibarra de Piedra de identificarlo con la guerrilla y, como culminación, el papel central de Camacho, aliado a Diego Fernández de Cevallos, para quemar las boletas electorales a finales de 1991 en un horno de la Delegación Venustiano Carranza para borrar cualquier pista de las irregularidades. El operador de la quema fue el entonces secretario de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard.
Con el beneplácito festivo de Carlos Salinas, Manuel Camacho ya escribió el epitafio político de López Obrador, en la declaración a Samaniego, donde los tiempos verbales son una clave política:
“Creo que el liderazgo político de Andrés Manuel ha sido de enorme valía para las izquierdas. Les permitió un crecimiento que no hubieran tenido de otra manera. Pero me parece que el liderazgo de la izquierda ya no puede estar en manos de un solo hombre. Ya no podemos ser un país de un solo hombre”.
Para Camacho, el PRD-PT-PC y el grupo DIA, el reinado de López Obrador ha muerto. El grito ahora es otro: “¡viva el reinado perredista de Marcelo Ebrard”!