enero 02, 2009

En 2009 se disputa el 2012 + Después del PRI… ¿el PRI?

Más que López Obrador y la inseguridad, el principal problema del gobierno del presidente Felipe Calderón en el 2008 fue la pérdida de la iniciativa política y su dependencia del PRI y del PRD.
Por tanto, de la capacidad que tenga el presidente Calderón para recuperar la iniciativa política dependerá el punto fundamental del segundo tercio de su sexenio: permitir el regreso del PRI a la presidencia de la república o dar otro paso hacia la transición política.

La agenda de los problemas paradójicamente no tiene que ver con sus soluciones sino con los espacios de maniobra que vaya a dejar el PRI. La amnesia política de la sociedad parece haber dejado en el olvido las tres herencias nefastas del largo reinado del PRI: la corrupción, la represión y la pobreza.

El 2009 mostrará si los mexicanos realmente añoran el regreso del PRI a la presidencia en función del saldo demagógico, si los ciudadanos ven en el PRI sólo la capacidad para entender la crisis por ellos prohijada y si la sociedad en realidad es cultural y sicológicamente priísta. Y todo ello ante las evidencias de la realidad: los priístas de hoy son exactamente los mismos del pasado.
De ahí que la responsabilidad del regreso del PRI a la presidencia de la república sería parte de la sociedad pero sobre todo de la falta de iniciativas políticas del gobierno del presidente Calderón y de las locuras del sexenio de Vicente Fox y Marta Sahagún.
En este contexto, la agenda del 2009 será vital para perfilar el final del sexenio calderonista:

1.- Las elecciones legislativas del 2009. El PAN está obligado a aumentar su bancada, ante el regreso al PRI de los votos que se fueron con López Obrador y el PRD.
2.- La crisis económica nacional. Los programas anticrisis no dieron resultado. Y la desaceleración va a ser utilizada por la oposición como tema de campaña en contra del gobierno.
3.- La inseguridad seguirá lastimando a la sociedad. A diferencia de los gobiernos priístas que pactaron con el crimen organizado, la violencia creciente es reflejo precisamente de la negativa a negociar. Pero faltan las decisiones finales: limpiar los cuerpos policiacos, arrestar a las cabezas y lograr el respeto a la ley.
4.- Las reformas pendientes no podrán avanzarse por la decisión del PRI de no modificar la estructura de poder del Estado priísta. Pero el gobierno calderonista está obligado a modificar en la práctica los protocolos corporativos que hoy dominan los priístas.
5.- La reorganización internacional por el fin del ciclo Bush y el comienzo de la era Obama. Los temas son los mismos: terrorismo, medio oriente, petróleo, crisis económica y América Latina. Los ocho años de Clinton fueron ajenos para México y los ocho de Bush resultaron una pesadilla. En dieciséis años se agotó la política exterior tradicional de México.

A favor de Calderón hay cuando menos tres hechos:
1.- La consolidación de su presidencia con el fortalecimiento del área política. Pero ahora más que nunca Calderón necesita de un equipo de trabajo para el debate, la lucha y sobre todo el 2009. Los escenarios de urgencia del 2006 son diferentes a los de hoy.
2.- El fin político de Andrés Manuel López Obrador. Si en el 2008 buscó derrocar a Calderón, al final López Obrador fue tumbado del liderazgo perredista por la corriente moderada. El tabasqueño quedó arrinconado en el populismo, su estridencia ha quedado en meras quejas y sus alianzas se han reducido al lumpen marginado.
3.- La existencia de una sociedad que quiere ver hacia adelante y no es presa de la nostalgia del pasado manchado de crisis y crímenes. Las encuestas revelan un alto porcentaje de indecisos o sin partido y una sociedad que está a la espera de nuevos liderazgos políticos y sociales.

En contra, Calderón tiene, entre muchos, tres lastres:
1.- Un gabinete presidencial incompetente para entender la dimensión de la crisis. Salvo los secretarios de Gobernación y del Trabajo, y el ejemplar desempeño del secretario de la Defensa Nacional, los demás brillan por su ausencia política. El gabinete ha sido responsable del fortalecimiento del PRI y de la falta de iniciativas políticas para atender los problemas de corto plazo de la crisis.
2.- El PAN perdió su espacio como partido, está siendo utilizado para la candidatura presidencial de su presidente nacional en turno y carece de un liderazgo interno. El problema del PAN es que quiere ser una copia corporativa del PRI.
3.- La pasividad presidencial. En una etapa de transición política marcada por la alternancia se requiere de un liderazgo presidencial más insistente, menos ajeno a los problemas y sobre todo determinado a no perder la iniciativa política. Al final de cuentas, los problemas se resuelven en Los Pinos.
De ahí que el 2009 sea vital para el 2012 y para definir el horizonte político de Calderón.

Por Carlos Ramirez.

Post RLB Punto Politico.

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