Obama: lento, ido y olvidadizo + FastFuriousGate, narcoderrota
Cuando era
flamante senador en 2007, Barack Obama criticó duramente al presidente George W. Bush
por usar el privilegio ejecutivo y bloquear la exigencia del congreso para que a
asesor Karl Rove testificara ante comisiones por el despido de nueve fiscales
estadunidenses.
Enojado, Obama
dijo en la sala de sesiones del Senado:
“El pueblo estadounidense merece saber lo que está pasando allí”.
Y agregó que el
presidente Bush “tiene la tendencia a esconderse detrás del privilegio ejecutivo cada
vez que hay algo poco inestable que está teniendo lugar”.
Ahora Obama es el
que esconde información al congreso. El fracaso de laOperación Rápido y Furioso,
venta controlada de armas a cárteles mexicanos para descubrir la ruta del
tráfico, se está convirtiendo en una derrota personal del presidente Obama. Aunque el
privilegio ejecutivo es una figura sin sustento legal, de todos modos el
derecho positivo estadunidense lo ha reconocido como la capacidad del
presidente de ocultar información delicada. Nixon lo invocó
para evitar el enjuiciamiento y no se lo dieron, Clinton lo convocó para
que no indagaran sus encuentros sexuales con
mónica Lewinsky y tampoco se lo reconocieron y Bush sí lo impuso porque apeló a la seguridad nacional.
A pesar de todo,
la Operación Rápido y Furioso esconde puntos delicados en el ejercicio de
las políticas de seguridad nacional de la Casa Blanca:
1.- Obama autorizó la operación sin tener el conocimiento
ni la experiencia estratégica ya espaldas del Congreso.
2.- Falta saber
si la Operación tuvo la aprobación del gobierno mexicano porque implicó
acciones operativas de la DEA en territorio mexicano.
3.- Existe una responsabilidad Obama en la entrega --vigilada o no
por autoridades estadunidenses-- en la entrega de dos mil armas a cárteles mexicanos, una de las cuales
presuntamente se usó para asesinar al agente de migración de los EU Jaime
Zapata.
4.- Por tanto,
por error o fallas, el asunto es que una decisión de Obama fortificó a cárteles mexicanos con armas de alto calibre
que es están usando en actividades criminales.
5.- Las sospechas sobre el fracaso de la Operación Rápido y Furioso radican
en la posibilidad de que hubiera casos de corrupción de autoridades estadunidenses
involucradas en el asunto.
El asunto de la operación le cayó a Obama en el peor de sus momentos: las dificultades para establecer una ventaja frente al precandidato republicano Mitt Romney; las encuestas señalan que en los últimos tres meses la ventaja de Obama es de menos de 3 puntos. Asimismo, coincide con la publicación de libros reveladores sobre el pasado de Obama, entre ellos dos: uno que publica fotografías de Obama joven fumando marihuana y otra que revela las mentiras del presidente sobre su pasado familiar, entre ellas la que su madre había muerto de cáncer porque el seguro no se hizo cargo de los gastos, cuando los datos investigados señalan que el seguro sí pagó las facturas y que Obama manipuló los datos para provocar lástimas y ganar algunos votos.
Asimismo, en
México el caso de Rápido y
Furioso se localiza en un
escenario especial que le regresa a los EU la
corresponsabilidad en el crecimiento del narco en la relación bilateral.
Asimismo, aporta un elemento para el análisis de lacampaña de la Casa Blanca contra México para
darle al narco el status de insurgencia y de problema número
uno de seguridad nacional.
Y uno de los
temas derivados de la operación radica no sólo en quién lo aprobó, sino en
saber los nombres de los narcos mexicanos que
participaron en el mecanismo y las razones por las cuales los EU no iniciaron arrestos de sus contactos.
Asimismo, la forma del operativo representó una forma de negociar con delincuentes. Además, los
documentos que Obama se ha negado a entregarle al Congreso contienen las
evidencias de los funcionarios responsables del fracaso de la operación. Dos mil
armas fueron entregadas por miembros del gobierno de los EU a narcos mexicanos
para seguirles la pista, pero los narcos fueron másinteligentes que los
estadunidenses y se burlaron de las autoridades del Departamento de Justicia y
de su titular, Eric Holder. Por tanto, el fracaso de la operación está
obligando a Obama a cesar a más funciones del área de seguridad
nacional, entre ellos Aduanas, Migración, DEA, Justicia y la Casa Blanca.
Lo gravísimo del tema se localiza en el hecho de
que dos mil armas llegaron a narcos por errores de operación de los EU y el
presidente de los EU quiere ocultar las
responsabilidades bajo la falda de la seguridad nacional. Eso sí, Washington ha
sido demasiado insidioso en caracterizar al narco mexicano como insurgencia para aumentar su grado de penetración
militar y estratégica. En este punto la argumentación es delicada para la Casa Blanca porque entonces
habría que exigir explicaciones de las razones que tuvo el gobierno de los EU
para entregar armas --así
sean marcadas-- a organizaciones
criminales transnacionales --como las caracteriza Washington-- que son
sospechosas de terrorismo e insurgencia.
La decisión del
Congreso de los EU de exigir documentos a la Casa Blanca comienza a ser
caracterizada allá como el Watergate de Obama. Nixon se negó a dar
documentos al fiscal especial y se vio obligado a renunciar porque el privilegio ejecutivo se
asume como un abuso de poder del ejecutivo. Por lo pronto,
la negativa a entregar documentos podría estar escondiendo otras ilegalidades de la Casa Blanca en la
política antidrogas.
Los mecanismos
jurídicos en los EU son suficientes para proteger al pueblo, en tanto que en
México se sigue regateando la ley de seguridad nacional que le
daría mayor certeza jurídica y mejores instrumentos de acción al ejército
mexicano en su lucha contra el crimen organizado.
Por Carlos Ramírez
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