julio 14, 2012

AMLO: ¿apóstol de la legalidad? + Y los pozos, plantones, registros


Si ha tomado “la vía pública de la constitucionalidad”, desde ahora está claro que no respetará los dictámenes legales de las autoridades electorales sobre el proceso electoral presidencial. Y que la violencia de sus fascios en calles y tiendas de autoservicio es apenas un adelanto de lo que ocurrirá los próximos seis años.

Autodeclarado apóstol de la legalidad porque va a defender su triunfo con la estructura jurídica vigente, de todos modos el principio jurídico que anima sus actos nada tiene que ver con la legalidad: cuando el problema del desafuero por haber violado un amparo, López Obrador dijo que sólo respetaría las leyes que él considerara justas.
Por tanto, a López Obrador se le puede aplicar aquella anécdota que Enrique Krauze encontró en sus indagaciones históricas y que se refería al estilo político de Porfirio Díaz: como le habían llegado versiones al presidente Manuel González, sucesor de Díaz, de que el oaxaqueño iba a regresar a la presidencia después de un periodo, el propio Díaz se apersono en la oficina de González y le juró y perjuró que no era cierto.
Manuel González, compadre de Díaz, conocedor de los secretos del poder del caudillo oaxaqueño, comenzó a abrir cajones de su escritorio, levantando papel y mirando debajo de su escritorio. Díaz se percató de ello y le preguntó que qué estaba buscando; González, con picardía, le respondió:
--Busco al tarugo que se lo crea, compadre.
En este escenario se localizan las promesas y compromisos de López Obrador con la legalidad, porque al final de cuentas sólo va a respetar la que le convenga y para lo que le convenga. En el 2000, López Obrador violó toda la legalidad electoral cuando se registró como candidato del PRD a la jefatura de gobierno sin tener la residencia, cuando su credencial de elector era de Tabasco y presentando sólo una carta de delegado en Coyoacán acreditando que vivía en el DF, pero una decisión política de Zedillo le permitió violentar las leyes.
En procesos electorales, López Obrador perdió dos elecciones de gobernador en Tabasco y en las dos desconoció los resultados. En la de 1988, cuando compitió como candidato del Frente Democrático Nacional, López Obrador sacó apenas 21% de los votos, contra 78.2% del priísta Salvador Neme Castillo y se inconformó con los resultados alegando acusaciones de fraude electoral y prometiendo la presentación de pruebas que nunca se formalizaron de acuerdo con las leyes.
En 1993, López Obrador manipuló a barrenderos del municipio de Villahermosa para plantarse en el zócalo de la ciudad de México en septiembre y poner en riesgo la celebración del desfile militar, igual a lo que haría en el 2006 y con el mismo objetivo. Sin embargo, en 1993 recibió un pago del  gobierno de Salinas de Gortari en el Distrito Federal para levantar el plantón, regresar a los barrenderos a Tabasco y olvidarse de ellos.
En 1994, López Obrador volvió a competir por el gobierno del estado y de nueva cuenta perdió, entonces con Roberto Madrazo Pintado. De acuerdo con los organismos electorales, López Obrador ganó el 37.75% de los votos, poco más de 200 mil, contra el 56.10% de Madrazo por sus casi 300 mil votos. La protesta de López Obrador fue violenta: marchas y un plantón en el zócalo de Villahermosa. A pesar de que la oposición presentó cajas con documentación que presuntamente contenía evidencias de exceso de gasto, Madrazo asumió el cargo.
Sin embargo, el plantón permaneció hasta que Madrazo utilizó la policía para desalojarlo por la fuerza. Las protestas se multiplicaron ya no por el fraude electoral sino por la violencia gubernamental. La intervención de Porfirio Muñoz Ledo como presidente nacional del PRD negoció con Zedillo la renuncia de Madrazo como gobernador; Madrazo aceptó la orden presidencial pero a última hora se cobijó bajo el ala protectora del entonces poderoso Carlos Hank González y camino a Villahermosa destruyó su carta de solicitud de licencia. López Obrador habíaviolentado las leyes para intentar la destitución de quien le había ganado las elecciones.
En 1996, como una forma de consolidar su liderazgo en Tabasco y en el PRD, López Obrador encabezó a un grupo de campesinos para bloquear el acceso a pozos petroleros de Pemex y causar daños millonarios; a pesar de las negociaciones, López Obrador mantuvo el plantón hasta que un día provocó a la policía para obligarlos a entrar en acción, él mismo recibió un toletazo en la cabeza que le valió la portada de Proceso y ganó espacios políticos; la toma de pozos, por cierto, había violado la ley.
En el 2000, López Obrador violó las leyes electorales para tener el registro de candidato, pero la intervención de Zedillo ayudó a su registro. De hecho, la relación de López Obrador con Zedillo había sido de alianza: como presidente del PRD López Obrador había apoyado a Zedillo con sus reformas, al grado de que Heberto Castillo criticó severamente al tabasqueño y lo acusó de seguir los pasos del marxista Vicente Lombardo Toledano cuando se alió al PRI. En un artículo publicado en Proceso, Heberto acusó a López Obrador de ser un lombardista.
Luego Zedillo quiso quitar a Madrazo de gobernador como parte de un acuerdo con López Obrador y tampoco pudo. Así que lo del registro para la elección en el DF fue avalado por el PRI por instrucciones de Zedillo. Y luego vino lo del desafuero en el que movió masas para impedir que la ley lo castigara por violar un amparo.
Así que con un largo camino de renegado de la ley, hoy López Obrador se ampara en la ley para que las autoridades electorales violen la ley y le otorguen valor legal que las denuncias no tienen validez legal y cederle la presidencia de la república en la mesa de negociaciones y no en las urnas.
Por Carlos Ramirez
Post. RLB. Punto Político.

Compra de votos ¿legal?


En tanto que la compra de votos no sea un delito grave en la ley electoral, ni se contemple la nulidad de las elecciones por exceder el tope de gastos, la elección es legal aunque no equitativa ni justa.”
El recuento pedido por AMLO confirmó que la mayoría de los ciudadanos que votaron en las elecciones para Presidente, lo hicieron por Peña Nieto; por lo tanto, desde el punto de vista numérico, el PRI triunfó en la elección. Y en tanto que la compra de votos no sea un delito grave en la ley electoral, ni se contemple la nulidad de las elecciones por exceder el tope de gastos, la elección es legal aunque no equitativa ni justa.


Las únicas causantes concretas de nulidad de las elecciones son que el candidato o sus padres no sean mexicanos, que no se hayan instalado o se hubiesen registrado irregularidades en 25% de las casillas. Por lo tanto, aunque sea de conocimiento público la compra de votos y las cuotas mensuales de millones en efectivo de gobiernos estatales priistas a la campaña, la actual ley no contempla esos hechos como causas de nulidad de las elecciones.
En las próximas elecciones más que amordazar a los ciudadanos para que no hablen, se deben realizar reformas para convertir en delito grave la compra de votos y tipificar como una infracción electoral su venta. La venta del voto debe ser castigada con la cancelación de la credencial de elector por las tres elecciones siguientes. Y por cada voto comprado por un partido, reducirle de 100 a 1000 votos a su favor.
También debe castigarse la manipulación con fines electorales de programas gubernamentales, como sucedió con las ayudas a los adultos mayores por gobiernos perredistas, e investigarse el origen de los fondos de la precampaña de seis años del candidato de ese partido.
En Veracruz detuvieron a un funcionario priista el día de las elecciones con fajos de efectivo, y meses antes descubrieron en un avión millones en efectivo presuntamente para la campaña. Debe prohibirse y castigarse el uso de dinero en efectivo en campañas electorales.
Todos esos cambios deben introducirse en una reforma a las leyes electorales, si queremos superar los vicios que para muchos mexicanos ya son costumbre. Aunque lo más triste y preocupante no es la compra de votos en efectivo, tarjetas o por medio de programas populistas, sino que millones de mexicanos estén dispuestos a vender su voto.
Por Luis Pazos
Post. RLB. Punto Político.

julio 12, 2012

AMLO ganar-ganar, no competir + Bartlett como símbolo de la derrota


Con la autoridad moral que le da el haber impuesto a Manuel Bartlett Díaz como candidato del PRD-PT-Movimiento Ciudadano-Morena al senado, Andrés Manuel López Obrador comenzará hoy su largo y agotador camino hacia larelección como presidente legítimo y la candidatura presidencial del 2018.

El simbolismo de Bartlett no podía acomodarse mejor para entender la lógica de los estilos político-electorales de López Obrador, el candidato del PRD dos veces derrotado en las urnas a la presidencia de la república. Una defensa apasionada, diríase que religiosa, del derecho a la libertad de voto, pero de la mano de personajes que marcaron la historia electoral del país con conflictos como el fraude de 1988 cuando Bartlett fue el presidente de la Comisión Federal Electoral.
El contrapunto entre Puebla y la elección nacional ilustra las contradicciones de la lucha de López Obrador. Lo satírico del asunto radica en el hecho de que en Puebla durmieron al velador. El candidato lopezobradorista Bartlett Díaz denunció públicamente que le hicieron un fraude electoral… exactamente igual al que él operó en 1988 contra Cuauhtémoc Cárdenas para beneficiar a Carlos Salinas de Gortari, quien de premio lo enviaría por dedazo, vía la aduana de Joseph-Marie Córdoba Montoya, de gobernador a Puebla.
En su artículo en El Universal la semana pasada, Bartlett denunció, en un texto que rezuma indignación e ingenuidad senil, que el fraude en su contra se hizo en las computadoras, igual a la caída del sistema de cómputo en 1988 que permitió el acomodo de votos a favor de su candidato Salinas. Si en política el que no la hace la paga, el que sí la hace la paga aún más caro. El párrafo de Bartlett debe ir enmarcado en el muro del humorismo involuntario político tipo Juan Orol:
“En Puebla, al final de la votación, se hicieron públicas encuestas de salida y encuestas acreditadas, que daban el triunfo de AMLO a la Presidencia, el mío al Senado y de diputados de izquierda en los cuatro distritos de la ciudad de Puebla, Cholula y otros. Al iniciarse la publicación del PREP vía electrónica, a las 12:00 AM, se me mantuvo en primer lugar, pero al término, en la madrugada, mediante inexplicable voltereta, se me colocó debajo de la candidata del PRI y 20 mil votos debajo del candidato del PAN, que se había reconocido en tercer lugar desde una semana antes; desaparecieron también todos los triunfos acreditados por encuestas, de antemano, a diputados de la izquierda, apareciendo sin sustento triunfos de PAN, y PRI. Fraude tan evidente que comentaristas acreditados lo reconocen, e incluso la mayoría de la opinión pública estupefacta.”
La denuncia de Bartlett contra el Instituto Estatal Electoral es la misma que hicieron en 1988 “comentaristas acreditados” e incluso “la mayoría de la opinión pública” contra la “voltereta” que dieron las cifras oficiales cuando Bartlett era presidente de la Comisión Federal Electoral y de pronto “desaparecieron” votos a favor de Cárdenas. Sólo que en este 2012, a diferencia de 1988, el únicoestupefacto fue el propio candidato derrotado en las urnas con el voto libre y no  la opinión pública ni la maniobra electoral en las computadoras.
Lo simpático del asunto es que el Bartlett que se dice víctima del fraude electoral, es el mismo Bartlett que seguirá cargando el fraude de 1988 y el fraude en el municipio de Huejotzingo cuando era gobernador y las autoridades electorales le echaron abajo el triunfo priísta.
Eso sí, Bartlett será un ejemplo más de las perversidades de la política a la mexicana: fue colocado por el voto libre de los ciudadanos en el tercer sitio y por tanto sin derecho a tener una curul por elección popular, pero el dedazo de López Obrador --sí, el hoy apóstol de la democracia-- lo llevará al Senado porque Bartlett jugó en el número uno de la lista plurinominal del exsalinista y hoy lopezobradorista PT y tendrá su curul. Lo bizarro de la política electoral mexicana permitirá que un candidato derrotado en las urnas pueda tener su lugar por la vía del dedazo. Y para mayor confusión en las perversidades políticas, Bartlett será senador del PT por designación de López Obrador pero sin renunciar a su militancia priísta.
Por lo pronto, Bartlett no se ha sumado a la demanda de López Obrador de anular o invalidar las elecciones del pasado primero de julio. Candidatos ganadores del PRD, PT y MC, así como algunos liderazgos perredistas forjados al calor del lopezobradorismo, también se han alejado de la intención de López Obrador deanular la elección presidencial aunque no las federales de senadores y diputados ni las locales de gobernador y jefe de gobierno.
Por cierto, el fraude operado por Bartlett en 1988 también afectó a López Obrador, quien compitió ese año como candidato a gobernador por el Frente Democrático Nacional de Cárdenas y sacó apenas 20% de los votos, contra 78% del candidato priísta. Como secretario de Gobernación del gobierno de Miguel de la Madrid, Bartlett fue responsable del proceso electoral federal y de los estatales.
Lo que viene a partir de hoy jueves para López Obrador es la lucha mediáticapara ocultar su derrota y la manipulación de las hordas lopezobradoristas movilizadas como turbamultas en contra del proceso electoral institucional. Del fraude de Bartlett en 1988 al fraude contra  Bartlett en el 2012, el PAN, el PRD y aliados han fracasado en el diseño de un sistema electoral que evite la compra o la coacción del voto. La única posibilidad que tiene López Obrador de revertir el resultado es la presentación personal de cinco millones de personas que con nombre y apellido denuncien que sus votos fueron comprados.
Pero como las cosas no serán así, a López Obrador y a Bartlett no les queda más que ensuciar el proceso y presentarse como víctimas de su propia incompetencia electoral. Al final, todo sistema electoral está organizado paracompetir, no para ganar-ganar.
Por Carlos Ramirez.
Post. RLB. Punto Político.

El 132 no es el 68, sólo televisión + Mini-chiqui-nano plantón de AMLO


Como buenos hijos políticos de la televisión de la familia Azcárraga, los chavos del movimiento YoSoy132 no ven más allá del control remoto de sus televisiones de plasma. La intención de equipararlos con el movimiento estudiantil del 68 es un insulto a la memoria de jóvenes que lucharon por la democracia y que revelaron el lado autoritario del sistema político priísta.
Como la negación de la negación es una afirmación, el 132 ha derivado en un movimiento vergonzante de Andrés Manuel López Obrador para enfrentarlos a Enrique Peña Nieto, en una réplica de farsa del plantón del 2006 que partió del zócalo y terminó en el periférico. 
Hoy unas cuántas casas de campaña instaladas frente a instalaciones electorales representan un mini-micro-nano plantón para, como en el 2006, obligar a las autoridades electorales a decretar la victoria de López Obrador pese a las cifras del conteo de votos.
Más que un conflicto poselectoral, la protesta del 132 se asemeja más a un pleito por el control remoto de la televisión de plasma que por la democratización política del país. Sin presentar pruebas, con insultos a la televisión y a partir de un voluntarismo fascistoide, los chavos del 132 se quieren convertir en la autoridad electoral máxima para decretar ellos quién ganó las elecciones. Lo malo para ellos es que quieren ejercer un derecho absolutamente antidemocrático… en nombre de la democracia.
Lo más grave es que el grupo lopezobradorista --sobre todo su flamante ministra de Cultura-- quiere convertir al 132 ya no se diga en el heredero del movimiento estudiantil del 68 sino en una réplica histórica de aquella movilización de jóvenes universitarios contra la represión de los granaderos que fue el punto de partida trágico del proceso de democratización política. En todo caso, los chavos del 132 no luchan contra el sistema sino sólo contra la televisión y combaten a Peña Nieto no por representar al PRI sino por haber logrado una figura mediática a través de Televisa. Lo malo es que a pesar de estudiar en universidades privadas donde las cuotas debieran implicar un mayor grado de capacidad de análisis, los del 132 tienen la solución mágica, por cierto una salida neoliberal de mercado: más televisoras. El problema, sin embargo, no radica en el dominio del mercado por dos grandes cadenas de televisión, sino lo que representa la televisión como instrumento de exclusión de la realidad.
Lo grave es demeritar el 68 con las movilizaciones mostrencas del 132. El punto central es que el 132 no es el 68. El movimiento del 68 fue otra cosa. En su libro 1968: la historia también está hecha de derrotas, Pablo Gómez, dirigente en el 68 de la juventud comunista y hoy cuadro parlamentario del PRD, resumió las tesis centrales del 68:
1.- “Los años sesenta fueron los de la construcción de la izquierda estudiantil… sobre la base de difusión del marxismo”. El 132 carece de ideología porque su enemigo no es una clase sino una pantalla de plasma.
2.- “El Partido Comunista impulsó la creación de una organización nacional de estudiantes desde 1963”. Hoy el PCM no existe, la izquierda es neopopulista y el PRD se basa en la movilización del lumpenproletariado desclasado. La juventud comunista del 68 que penetró las universidades no aparece en el PRD.
3.- “La mayoría de estos movimientos no alcanzó el triunfo y muchos fueron reprimidos directamente por el gobierno federal, lo cual generaba mayor resistencia y repudio a la política del gobierno”. El 132 no nació de una represión del gobierno, por lo que ha enfocado su lucha contra la televisión.
4.- “La fuerza de esta izquierda también se basaba en su significado cultural, entre ellos la liberación sexual, la música, el cine”. Esta ruptura generacional del 68 simplemente es inexistente en el 2012 porque la autodenominada izquierda hoy en día es asistencialista, corporativista, de acarreo y sin debate de ideas.
5.- “El entorno político general anterior al movimiento estudiantil de 1968 se caracterizó por las tendencias hacia el establecimiento de un régimen de carácter policiaco, con fuerte presencia del ejército como instrumento directo de los gobernantes”. Hoy, en 2012, el 132 carece de un análisis de diagnóstico del carácter del régimen, desdeña las prácticas democráticas que lograron los movimientos anti autoritarios del pasado reciente y paradójicamente usa la democracia para imponer un régimen político lopezobradorista que opera sobre los mismos mecanismos autoritarios del viejo PRI: el voluntarismo patriótico.
6.- “En 1966 se produjo un movimiento estudiantil anti autoritario en la UNAM, el cual enarboló en su última etapa gran parte del programa universitario de las izquierdas”. El 132 no nació de un movimiento progresivo estudiantil ni menos de la inexistente izquierda, y hasta la fecha no ha podido articular un discurso político programático para darle un sentido político transformador.
7.- “En el mes de julio de 1968 existía una vanguardia estudiantil de izquierda en la ciudad de México”. Las dificultades del 132, en caso de que quisieran retomar realmente las experiencias del 68, se localiza en la ausencia de una vanguardia estudiantil, la izquierda universitaria simplemente es inexistente, no existe un partido de la clase obreras y la juventud se ha despolitizado.
En el punto 18 Gómez establece: “el radicalismo estudiantil se dirigió contra el autoritarismo del gobierno, el despotismo del presidente de la república, la represión y la falta de libertades democráticas”. La lucha del 68 cristalizó en la práctica en la alternancia partidista de 2000, pero ni la izquierda ni la juventud politizada del 68 construyeron una plataforma para la instauración de un sistema democrático. La evidencia del fracaso de la izquierda y de la juventud estudiantil ha sido el regreso del PRI a la presidencia de la República con una ventaja de casi siete puntos sobre el candidato del neopopulismo. Y ante ello, el 132 erige como enemigo a… la televisión, como si la democracia fuera cosa de la programación televisiva.
Si antes la lucha de la izquierda estudiantil era contra la estructura del poder político priísta y por el socialismo, hoy el 132 la reduce a una lucha por… el control remoto de la televisión de plasma.
Por Carlos Ramirez
Post.RLB.Punto Político.

julio 09, 2012

AMLO: esconder malas cuentas + Ni modo: fue derrota, no fraude


Lo paradójico del conflicto poselectoral instrumentado por Andrés Manuel López Obrador es que enarbola la bandera de la democracia para desconocer el ejercicio democrático del proceso electoral.


El problema del tabasqueño radica en cómo explicar que les mintió a sus seguidores, que carecía de información científica para anunciar desde antes que ya había ganado y que pese a sus errores en la colocación del voto oculto y de los indecisos la mayoría de las encuestas sí previeron el orden de llegada y que toda laofensiva contra Enrique Peña Nieto detrás del mediático YoSoy132 no dio resultado.
Como sabe que legalmente será imposible anular las elecciones y que la compra de votos --que el mismo López Obrador utilizó en el DF y en varias entidades de la república-- será castigadas pero sin afectará el resultado electoral, entonces el gran problema para el liderazgo de López Obrador es convencer a sus 15.8 millones de seguidores de que perdió las elecciones, que no ganó y que el PRI tuvo 3.3 millones más votos que el “rayo de esperanza”.
La estrategia de López Obrador, por tanto, depende de ensuciar la elección, de acusar a todos de corruptos menos él, de imponer el discurso del fraude sin probarlo y de concluir que ganó pero le robaron --¡otra vez!-- las elecciones.
Para legitimarse como líder de la oposición callejera, de marchas que llenan plazas pero no llenan urnas, López Obrador necesita deslegitimar la elección presidencial. Lo hizo en el 2006 cuando perdió las elecciones pero manipuló al PRD para tratar inútilmente de impedir la toma de posesión de Calderón y provocar una crisis constitucional y para desconocer a la institución presidencial. El objetivo hoy es el mismo: fincar su legitimidad en la ilegitimidad de los demás. Sólo que hoy carece de la salida de hace seis años: organizarse su propia toma de posesión, autoerigirse en “presidente legítimo”, designar a su “gabinete”, sentarse en su silla gestatoria del águila, ponerse la mítica banda presidencial, levantar el brazo y jurar como “presidente legítimo” ante la gritos de sus seguidores. En aquella ocasión le faltó su Palacio Nacional de juguete.
Lo malo es que López Obrador, como en el 2006, está metiendo al PRD en problemas: al ensuciar las elecciones, con ello también dejó claro que los votos por el PRD --que fueron muchos-- también están sucios. Por tanto, habría que repetir las elecciones también de gobernador en Tabasco y Morelos, de senadores en donde el PRD pasará de 23 a 29, de diputados donde subirá de 69 a 140 y del DF donde apabulló --en elecciones sucias, usando el lenguaje del propio López Obrador-- a la oposición.
De nueva cuenta López Obrador ha probado que participa en competencias pero no sabe perder. El berrinche poselectoral del 2012 es exactamente igual al del 2006, sólo que ahora con 3.3 millones de votos de ventaja para el PRI. Como hace seis años, el candidato derrotado quiere que las autoridades electorales violenten la ley, tiren a la basura los procedimientos legales, hagan a un lado las actas y las urnas y simplemente le alcen la mano como triunfador.
La denuncia de irregularidades en la compra de votos debe seguir adelante, debe probar los mecanismos usados por el PRI para garantizar votos a cambio de beneficios y debe de conducir a reformas legales que impidan su repetición. Pero también esas investigaciones deben de indagar la forma en que el en DF y en entidades perredistas se usó el padrón de beneficiarios de programas asistencialistas para condicionar el voto; por ejemplo, los beneficiarios de la tercera edad en el DF son acarreados a mítines para agradecerle a López Obrador su pensión de menos de un salario mínimo mensual. En eso de comprometer el voto el PRI y el PRD han sido iguales, sin duda porque provienen del mismo venero populista.
López Obrador tiene un perfil sicológico --siguiendo a Ortega y Gasset-- del “niño berrinchudo” que todo lo quiere sin pasar por las reglas sociales. Por eso va a seguir promoviendo marchas de protestas que no conducirán a nada pero que sí difundirán al mundo la insatisfacción electoral y sus frases cargadas de rencor perocarentes de pruebas concretas y legales.
Por eso es que en sus conferencias de prensa López Obrador sólo hace insinuaciones pero no prueba: “procederá”, “testimonios de observadores” anónimos, “muchos lugares”, “vamos a proceder legalmente”, “usará todos los recursos legales”, “limpiar la elección”, “cuento con información”, “compra de millones de votos”, “reuniones secretas” para ordenar compra de votos, “se presentarán todas las pruebas”, y así por el estilo, pero nada concreto.
Ahora se trata de ocupar las calles con gritos y protestas, aunque apenas una treintena se junte en Nueva York y se quiera vender como la “internacionalización” del conflicto. Lo paradójico es que los chavos del 132 que se han querido apropiar del concepto de democracia y democratización ahora con sus amenazas de estallar una revolución --pese al regaño del EPR por esa frivolidad-- quieren desconocer el proceso electoral democrático; si ellos tiene pruebas de que no fue un proceso democrático, entonces hay canales institucionales; y si no están satisfechos, hay procesos democráticos para reformarlos. Pero con su discurso autoritario y violento para impedir el funcionamiento de las autoridades electorales los chavos del 132 están a un paso de convertirse en fascios.
López Obrador sabe que no puede anular la elección pero igual va a abrir ese debate. Y cuando haya cumplido todos los procedimientos legales, entonces se relegirá como “presidente legítimo” otra vez en el zócalo y volverá a recorrer el país para amarrar su candidatura presidencial en el 1028. Y así por los siglos de los siglos.
Por Carlos Ramirez
Post. RLB. Punto Político.