agosto 03, 2012

Se nos dijo.


“Se dijeron muchas cosas antes de las elecciones. Pocas resultaron ciertas.”


Se nos dijo que la financiación de los partidos políticos debía ser pública para evitar la intromisión del crimen organizado. Pero aunque los contribuyentes pagamos el costo de los partidos, el crimen organizado parece tener cada vez mayor presencia en ellos.
Se afirmó que si se prohibía a los partidos y a los ciudadanos contratar tiempos de radio y televisión se eliminaría la influencia política de las televisoras, pero esta influencia ha aumentado en lugar de disminuir.
Se señaló que si el IFE monopolizaba la contratación de anuncios políticos en radio y televisión se reduciría la “espotización” de las campañas. Pero de 750 mil spots de campaña en 2006 pasamos a 44 millones en 2012.
Se dijo que si se despojaba a las televisoras y radiodifusoras de tiempo para los spots de los partidos se reduciría el costo de las elecciones. Pero en este 2012 tuvimos las elecciones más caras de la historia, tanto por costos oficiales como por los extraoficiales.
Se afirmó que una ley que castigara las expresiones “denigrantes” hacia candidatos o partidos evitaría las guerras sucias, pero éstas alcanzaron más fuerza que nunca en 2012, particularmente en las redes sociales.
Se dijo que si se destituía a los consejeros electorales del 2006, y especialmente al consejero presidente, Luis Carlos Ugalde, tendríamos comicios más justos y sin cuestionamientos. Se escogió a nuevos integrantes del IFE, con un ex miembro del Partido Mexicano de los Trabajadores como presidente, pero una vez más la izquierda cuestionó la honestidad de los consejeros electorales.
Se aseveró que si se establecía un límite de 336 millones de pesos al gasto de cada uno de los candidatos a la Presidencia, éstos sólo gastarían esa cantidad. Al parecer todos, o casi todos, gastaron más.
Se nos dijo que si se fijaban reglas estrictas y auditorías para el gasto de los partidos políticos se evitarían las impugnaciones. Ahora se dice que las reglas y las auditorías son parte del complot.
Se afirmó que si los candidatos firmaban el pacto de civilidad se evitarían los conflictos postelectorales, pero Andrés Manuel López Obrador, que lo firmó, cuestionó la legitimidad de la elección.
Se dijo que el recuento voto por voto en las casillas evitaría un fraude como el que supuestamente tuvo lugar en el 2006; pero tras el recuento de 68 mil de los 143 paquetes electorales, en que no se encontraron irregularidades, se hizo una nueva acusación de fraude.
Se afirmó que si se daba el resultado del conteo rápido del IFE en la noche de la elección se evitarían las suspicacias del 2006, pero el anuncio del resultado la noche del 1o de julio sólo llevó a que se cuestionara la limpieza de los comicios.
Se dijo que si la diferencia entre el primer y el segundo lugar era amplia, en lugar de ser tan cerrada como en el 2006, no habría un conflicto postelectoral. Pero un margen de victoria de 3.3 millones de votos, o 6.5 por ciento, no impidió que se cuestionara la legitimidad de la elección.
En fin. Se dijeron muchas cosas antes de las elecciones. Pocas resultaron ciertas.
Por Sergio Sarmiento
Post. RLB. Punto Político


AMLO como Fox: ¿y yo por qué? + No política sino fundamentalismo


Si el lenguaje condenatorio de López Obrador ha soltado a los demonios de la violencia política aunque él siga el camino de Vicente Fox diciendo “¿y yo por qué?”, el fondo de la agresión contra Soriana y Televisa es más complejo y se localiza ya en los linderos del fundamentalismo como comportamiento político. 
PRD atacando a las instalaciones de Soriana
Con sus discursos incendiarios, el candidato presidencial perredista derrotado ha estimulado los resortes de fanatismo entre sus seguidores: ya no hay forma de entablar debates o razonamientos, aún los más conservadores o formalistas, porque todo es un acto de fe y todo se localiza en el modelo binario del maniqueísmo.

Si la democracia es un mecanismo procedimental para garantizar legalmente el acceso al poder por el voto y también una forma de gobierno basada en el ejercicio del poder con objetivos de estabilidad social, López Obrador ha convertido la democracia en un hecho religioso, es decir, en una creencia basada en designios divinos. Por eso ha preferido la condena pública que azuza las pasiones que el razonamiento jurídico que debe pasar por los tamices de las leyes que los humanos se han dado a sí mismos para regular la convivencia.
El discurso anti fraude de López Obrador se basa en la tensión dinámica del bueno y el malo, en el contexto de la sociedad suma cero: lo que gana uno lo pierde otro y viceversa, aunque al final todos pierden. La democracia es el juego de suma positiva en la que todos ganan, unos más que otros. La suma cero es el discurso de los anatemas, de la religión furiosa. López Obrador fijó en el conciente colectivo a Soriana como una de las empresas, según él, responsables de su derrota, por lo que era lógico que aparecieran agresiones contra esa tienda.
Y en el DF, ante la pasividad del gobierno perredista del DF --todavía a cargo del “secretario de Gobernación del gabinete de López Obrador”, Marcelo Ebrard--, seguidores fanatizados del tabasqueño se metieron a algunas tiendas a realizar acciones de sabotaje y de agresión, de la misma manera que el ala lopezobradorista del YoSoy132 efectuó un ataque de agresión física contra Televisa y contra varios de sus empleados.
Hace tiempo que López Obrador dejó de ser un político y se convirtió en un líder de pasiones humanas, en un Profeta. Las pistas del papel terrenal del tabasqueño se localizan en su texto “Fundamentos para una república amorosa”, publicado en La Jornada el 6 de diciembre del 2011. Más que lo amoroso, la palabra clave de ese documento está en el concepto de “fundamentos”.
El pensamiento político de López Obrador es fundamentalista, es decir, plantea sus propuestas como la base, el origen o el fundamento de una nueva etapa. Los resortes del fundamentalismo, como señalan los italianos Enzo Pace y Renzo Guolo en Los fundamentalismos, están basados en el fanatismo religioso. El líder fundamentalista “se esforzará por crear acciones de protesta y formas de lucha política que siempre dejen entrever las referencias simbólicas religiosas”.
Asimismo, explota el llamado síndrome del enemigo, sea éste el adversario partidista, el gobernante o el sistema político que combate: el pluralismo democrático que somete a elección abierta a los dirigentes, el Estado dominante. “Los movimientos fundamentalistas a menudo interpretan un deseo social emergente” y lo explotan y proyectan para la cohesión y la movilización. Asimismo, no razonan reglas de convivencia sino que quieren imponer sus propias razones como las fundamentales.
De igual manera, los movimientos fundamentalistas son antidemocráticos porque no pasan por la prueba de los votos de la mayoría, creen como acto de fe que siempre ganan y reaccionan con violencia cuando reciben pruebas de su condición minoritaria. Y cuando ello ocurre, su pasión los lleva a desconocer las reglas del juego de la legalidad democrática que se comprometieron a respetar, pero, eso sí, con el argumento de que les robaron las elecciones. El motor de sus argumentos siempre es el de la degeneración de la sociedad, por lo que López Obrador habla de regeneración y relaciones determinadas por “la honestidad, la justicia y el amor” y no la lucha de clases. Y cuando hay violencia afirma que los líderes no son responsables sino que la sociedad está harta.
Mientras la política se rige por las preferencias, los movimientos fundamentalistas religiosos o políticos pero basados en el maniqueísmo se mueven por pasiones de la fe. Por eso dice López Obrador en su texto “Fundamentos…”: “cuando hablamos de una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual, estamos proponiendo regenerar la vida pública mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor”.
Al fundamentar sus fundamentos, el tabasqueño acude a la lectura superficial de los federalistas estadounidenses, pero sin entender que ahí se trató de una parte de la doctrina religiosa de los protestantes capitalistas y que el problema no era la meta de “fomentar la felicidad” sino que formaba parte de la doctrina del “destino manifiesto” que explotó en un expansionismo capitalista destruyendo a los indios y apropiándose, entre otras, de la mitad del territorio mexicano; amorosos y todo, fueron imperialistas. También López Obrador citó el postulado de la felicidad en la Constitución de Apatzingán de 1814, pero es la misma que impuso como obligatoria la religión católica para el Estado.
Finalmente, el fundamentalismo de López Obrador es anticientífico y justificador de la explotación porque dice que “la inmoralidad es la causa principal de la desigualdad”, cuando la desigualdad es producto de la lucha de clases por la apropiación de la riqueza. Ahí justifica el líder de la autodenominada izquierda que los burgueses son inmorales y pecadores y no explotadores.
Por Carlos Ramírez
Post. RLB. Punto Político

agosto 01, 2012

Soriana: los demonios, sueltos + AMLO y lenguaje, provocador

Como era de esperarse, las denuncias condenatorias de Andrés Manuel López Obrador en contra de Soriana derivaron en ataques con bombas incendiarias el lunes contra una tienda en Monterrey. La relación de ambos hechos es directa porque no existían amenazas en contra de ese establecimiento de autoservicio.

No se trata del primer incidente. A los dos días de las elecciones, seguidores de López Obrador se metieron a hacer mítines de protesta en tiendas Soriana del DF. Para azuzar el encono, el candidato presidencial perredista derrotado exhibió miles de tarjetas Soriana presuntamente vinculadas al PRI.
Lo grave del asunto es que López Obrador no hizo realmente una denunciacontra la empresa de autoservicio sino que emitió condenas. Si se revisan los mecanismos de utilización, el PRI uso el servicio y la empresa realizó un negocio. En toda la diatriba del perredista contra Soriana no hubo ninguna prueba que involucrara a Soriana como parte de la estructura electoral del PRI.
Los ataques violentos contra Soriana deben localizarse en el escenario de las protestas de López Obrador. Y en ese contexto se debe ubicar también la forma en que el candidato perredista metió a la empresa Televisa en el aparato político de Enrique Peña Nieto y con ello también azuzó a sus seguidores a emprender ataques contra la televisora.
El cerco del movimiento lopezobradorista YoSoy132 a Televisa no fue político sino de violencia insurreccional porque impidió el funcionamiento normal de la empresa en la fecha de inicio de actividades de la Olimpiada en Londres. Los estudiantes afectaron a los empleados de una empresa privada que no pudieron ingresar a su centro de trabajo, lo que puede considerarse una acción violenta. El discurso político de López Obrador ha soltado los demonios de la protesta nada cívica y sí de agresión física. El tabasqueño acusa a Televisa de haber fabricado la imagen mediática de Peña Nieto pero carece de pruebas que involucren esas acciones con el proceso electoral porque las denuncias de presuntos convenios datan de 2005.
En el fondo, López Obrador se ha encargado de fabricar un clima de violencia poselectoral; y si bien los climas no rompen el orden social, sí facilitan que algunas organizaciones lo hagan. La violencia del 132 contra Televisa y los responsables de arrojar bombas incendiarias a Soriana forman parte del mismoclima político de descomposición social que se ha encargado de crear López Obrador. Los perredistas pueden deslindarse de la violencia de ambas acciones, pero al final de cuentas el escenario es de ellos.
No es la primera vez que López Obrador o sus seguidores cometen este tipo de tropelías políticas. En el 2006, el clima de encono azuzado por López Obrador llevó a sus seguidores, el martes 18 de julio, a golpear la camioneta donde iba Felipe Calderón luego de reunirse con sindicalistas. El miércoles 19 de  julio, Elena Poniatowska y Jesusa Rodríguez organizaron la toma del edificio central de Banamex por una denuncia de López Obrador e impidieron en funcionamiento cotidiano. El viernes 21 de julio seguidores de López Obrador bloquearon la entrada de la empresa Pepsi-Co por denuncias del tabasqueño de que esa empresa había apoyado al PAN. El lunes 25 de julio, Elena Poniatowska, Jesusa Rodríguez y Regina Orozco se metieron a un centro comercial de Santa Fe a gritar consignas de recuento de votos.
En el 2006, López Obrador denunció a las empresas Banamex, Wal-Mart y Sabritas de haber apoyado al PAN y a Calderón y sus seguidores invadieron tiendas para gritar insultos a los duelos: el miércoles 26 de julio Jesusa Rodríguez y Regina Orozco hicieron un mitin dentro de Plaza Universidad para agredir a gritos al empresario jerónimo Arango. El martes 8 de agosto seguidores de López Obrador tomaron por la fuerza las cinco casetas de cuota y dejaron pasar libremente a los autos. El viernes 8 de septiembre miembros de la coalición de AMLO rompieronpor la fuerza la valla de seguridad en Michoacán donde se encontraba Calderón. El 14 de noviembre Jesusa Rodríguez encabezó una protesta contra Wal-Mart en sus oficinas centrales.
El problema de la violencia política es el doble juego de lenguaje de López Obrador. En el 2006 en sus mítines en el zócalo agredió verbalmente a los medios que, según él, habían apoyado a Calderón y el PAN. Lo mismo ha ocurrido este 2012: periodistas que critican a López Obrador son agredidos por sus seguidores.
En la respuesta política de López Obrador no hay variantes. En el 2006 manejó la bandera del presidente interino, al grado de que enfiló al ex rector Juan Ramón de la Fuente como el candidato lopezobradorista al interinato, aunque llevaba ya la marca de la casa porque el candidato perredista lo había anunciado públicamente como el secretario de Gobernación de “su” gabinete presidencial. El abogado Elisur Arteaga, hoy firmante de desplegados a favor del tabasqueño, dijo que  procedía la anulación electoral y el interinato.
En el 2006 López Obrador ordenó al PRD, al PT y a Convergencia movilizar a sus legisladores para impedir la toma de posesión de Calderón el primero de diciembre; la orden fue cumplida y cadenas puestas por perredistas cerraron los accesos al salón de plenos, pero Calderón ingresó por la puerta trasera; sin jura presidencial habría interino. La perredista Ruth Zavaleta reveló que perredistas habían ingresado a la Cámara bombas molotov. Y el sábado 10 de septiembre, en un juego de futbol americano en el Politécnico, seguidores de López Obrador pusieron una manta que decía: “no a la imposición”.
Nada de lo que hoy ocurre --violencia contra empresas, interinato y lenguaje-- es diferente al 2006. Antes y hoy López Obrador jura que su movimiento es pacífico, pero la violencia es de sus seguidores y en su nombre. Como en el 2006, hoy López Obrador soltó a los demonios de la violencia. Pero ni así.
Por Carlos Ramirez.
Post. RLB. Punto Politico.

El lastre pejista-perredista y su simpatía con los totalitarios


El Lastre se quiere imponer a la mala en el 2012, pero gracias a la fortaleza institucional que ha alcanzado México en materia electoral, no lo logrará. Pero, ¿qué harán entonces López y sus secuaces (incluyendo a los farsantes del 132)?
Lo vengo diciendo desde hace un sexenio, la izquierda mexicana, en particular la que encabeza López Obrador, es totalmente afín a los regímenes totalitarios. Y para muestra un botón. La semana pasada la Secretaria General del PRD declaró que la lucha de Hugo Chávez es la de la izquierda mexicana. No miento, he aquí sus declaraciones que son públicas:
“Saludamos al pueblo venezolano y a su candidato el presidente Hugo Chávez Frías, lo saludamos con la mano en el corazón, los abrazamos fraternalmente y juntos hombro con hombro, los acompañamos en su lucha que es nuestra lucha, con Chávez, con Dilma, con Correa, con Fidel, con Evo, con Mujica.
“La derecha internacional lanza ofensivas contra los líderes de izquierda latinoamericanos. Se han ensañado contra Fidel, contra Chávez y contra Andrés Manuel López Obrador; quieren obligarnos a deslindarnos de ellos y eso sólo beneficiaría a esa derecha oscura que mueve los hilos desde Washington”.
¿Más dudas? Espero que los bobalicones que apoyan a López se den cuenta del serio peligro para las libertades en México de que llegue al poder una izquierda rancia y totalitaria. Esa es la izquierda que representa López Obrador. Esa izquierda que quisiera llevar a los mexicanos por el camino infernal socialista al estilo de Cuba y Corea del Norte. ¿De verdad estos señores no saben nada de la pobreza de las naciones socialistas como Cuba?, ¿de la pérdida de las libertades más esenciales de los seres humanos en los regímenes comunistas?, ¿de la creciente pobreza, escasez, inflación y mercados negros que hay en Venezuela y Bolivia?, ¿de cómo Rafael Correa censura a la prensa libre en Ecuador?, ¿de cómo Evo Morales es cada vez más repudiado por los mismos indígenas que lo llevaron al poder?, ¿del creciente estatismo y proteccionismo comercial en Brasil y Argentina?, ¿de verdad no lo saben?
Claro que lo saben, pero puede más el adoctrinamiento comunista, el socialismo trasnochado, el dogma del “imperialismo yanqui” contra Latinoamérica, que el poder de la razón, del argumento, de los datos duros, de la lógica y el sentido común.
Ojo, si esa izquierda se hace del poder presidencial, ya se jodieron los mexicanos. Ahí está López exigiendo ilegalmente que haya una presidencia interina (y por fortuna el tribunal electoral federal no le hará favor a esta canallada), para claro luego hacerse del poder a la mala (imponer a un títere interino en la presidencia para luego López tomar el poder).
¿Cuáles son sus pruebas del “fraude” que señala el mesías tropical? Recortes de periódicos amarillistas y pejistas, reportajes de medios pejistas como Proceso y la Jornada, testimonios “raros” de alguno que otro ciudadano “comprado” (lo que insisto no es ilegal), tarjetitas de Monex en Tabasco (hay que recordarle al peje que en ese estado ganó el PRD), etc.
Hay quien ingenuamente afirma que López en la presidencia no sería un desastre, pues está el contrapeso del Congreso. Otra vez bobalicones. Que vean qué ha hecho la izquierda populista y totalitaria en Latinoamérica luego de hacerse de la presidencia, esa izquierda estalinista que apoya la señora Padierna, esa con la que discretamente López y compañía simpatizan, aunque lo nieguen. La izquierda mexicana sólo sigue las instrucciones del Foro de Sao Paulo (del que el PRD forma parte), un foro creado por la izquierda más totalitaria para destruir a las incipientes democracias latinoamericanas e imponer el socialismo totalitario. Si el lector quiere saber más sobre el Foro de Sao Paulo puede revisar este enlace
Por cierto en el más reciente foro, se dio la orden para impedir a toda costa que Peña Nieto tome el poder. La consigna del foro es:
Una vez que la izquierda controla la presidencia (y con el control pleno del ejército), llaman a una “consulta popular” para preguntarle al “pueblo” si el Congreso debe funcionar como está (igual que Hitler, para la dictadura totalitaria hay que “cerrar” el Congreso, hay que acabar con los contrapesos del poder) y si hay que cambiarlo. Con votaciones manipuladas e ilegales (un poder no puede atentar contra otro) logran mayorías en el Congreso y con ello nuevas legislaciones que terminan por minar al poder judicial y de ahí el infierno totalitario que destruye a toda democracia, estatismo a ultranza, rompimiento de la autonomía del banco central, políticas monetarias y fiscales irresponsables, y lo peor, atentados contra las libertades más esenciales como son la de poseer, usufructuar y transferir toda propiedad privada, lo que incluye la de los medios de producción.
Ni en 2006 y menos en el 2012 López ha sido capaz de probar que le “robaron” la elección; para mí López no es sólo un lastre, lo es el PRD en general (PT y demás partidos comunistas que les acompañan), son los lastres más peligrosos para México, los lastres que simpatizan con los regímenes totalitarios.
Ese lastre se quiere imponer a la mala en el 2012, pero gracias a la fortaleza institucional que ha alcanzado México en materia electoral, no lo lograrán. ¿Qué seguiría? López y sus secuaces (incluyendo a los farsantes del 132) tomarán violentamente las calles (lo de menos es Televisa) y nos harán rehenes a los capitalinos. López y sus secuaces lanzarán toda clase de improperios contra las instituciones electorales y los magistrados (y hasta ataques físicos, como ya ocurrió en el IFE). Sólo espero que la autoridad no los deje impunes.
Con Marcelo no me queda la menor duda, siempre ha sido un lacayo de López, y los seguidores de López harían y desharían lo que sea en las calles. A ver si Mancera está a la altura y tiene los tamaños para poner en orden al lastre izquierdista. Ya veremos.
Por lo pronto la izquierda mexicana ya tiene la consigna del Foro de Sao Paulo, reventar el proceso electoral del mes de julio.

Por Godofredo Rivera
Post RLB.Punto Politico.

julio 30, 2012

AMLO la democracia soy yo…+ Son movimientos antisistémicos

El PRD ha fracasado en la negociación de un sistema electoral ideal, puro, a prueba de priístas, diríase que edificado sólo para beneficiar al PRD. Pero el PRD, el PT y MC critican el sistema electoral, siguiendo el liderazgo de López Obrador, que ellos avalaron como parte del sistema de partidos. 
Hoy Jesús Zambrano y López Obrador atacan el sistema electoral como si fueran ajenos a ellos, pero se trata del mismo sistema electoral que permitió la candidatura de López Obrador a jefe de gobierno sin cumplir los requisitos y que le permitió mover a las masas en el 2000 para ganar violando las reglas electorales

1.- La democracia es una forma de gobierno establecida por decisión mayoritaria.
2.- La construcción de mayorías se hace por las masas en las calles o por mecanismos electorales.
3.- La diferencia entre la democracia de las masas y la democracia institucional se define en el conflicto o por las reglas jurídicas establecidas por la representación de las fuerzas políticas y sociales.
4.- La democracia de las masas se impone en sistemas antidemocráticos. Los sistemas democráticos tienen varios tonos de democracia: baja, media, intensa. El sistema político mexicano, durante el largo reinado autoritario priísta 1947-1985, fue de democracia baja, procedimental y alto grado de autoritarismo. La transición 1978-2000 fue lenta, larga, pausada, con altibajos y claroscuros.
5.- Si la democracia consiste en el relevo de autoridad por la vía electoral, México accedió a la mayoría de edad en 1996 cuando el organismo electoral abandonó el espacio de control del gobierno y las elecciones las hizo el IFE como institución sin control gubernamental. Ahí la democracia mexicana se colocó en el rango de media-baja.
6.- La democracia se mide por la libertad del elector a la hora de votar, no por la voluntad del candidato derrotado. López Obrador aceptó las reglas del juego electoral al inscribirse como candidato y ha tenido en dos elecciones presidenciales los espacios determinados por las leyes: en el 2006 instaló un plantón del zócalo al periférico para presionar a la autoridad electoral, luego ordenó a los perredistas impedir por la vía de la fuerza y la violencia la toma de posesión de Calderón, después ordenó a los perredistas a no reconocer a Calderón como presidente Constitucional y terminó su ofensiva al margen de la democracia con su coronación como “presidente legítimo” con “gabinete”, silla gestatoria del águila, “banda” presidencial y juramento constitucional.
7.- Ahí López Obrador estableció su democracia: jugar con las reglas del sistema, perder y luego exigir la victoria. Si ha habido tanta desconfianza en el 2006 y en el 2012 en las instituciones electorales, bien pudo no haberse inscrito o retirarse como candidato antes de las elecciones.
8.- Luego de conocerse los resultados del conteo oficial, López Obrador de nueva cuenta renegó del sistema electoral institucional. Y se erigió, otra vez, en defensor de la democracia. Pero se trata de una democracia al estilo Luis XIV: “la democracia soy yo”. Se trata de una tesis absolutista, personalista. El Caudillo establece los rangos de fijación de la democracia. El problema radica en que en México no habrá democracia hasta en tanto López Obrador no gane la presidencia de la república.
9.- Si la democracia mexicana actual no es democracia, ¿qué ha hecho el PRD como fuerza política y legislativa para llevar a México a lo que sería, en el lenguaje lopezobradorista, una democracia auténtica? De 1978 a 1989 la izquierda socialista arribó al congreso y tuvo un espacio político sobresaliente y de 1989 a la reforma electoral del 2008 el PRD ha estado presente en la reconfiguración del sistema político. Por tanto, el sistema democrático actual es corresponsabilidad del PRD y de sus figuras dominantes, entre ellas López Obrador.
10.- El PRD fue determinante en la reforma del 2007-2008 para corregirlos errores del 2006, incluyendo la deposición del consejero presidente Luis Carlos Ugalde y la designación del pro-perredista Leonardo Valdés Zurita. Si ahora López Obrador cuestiona a Valdés, ¿entonces por qué lo impuso el PRD en el 2008?
11.- El PRD ha fracasado en la negociación de un sistema electoral ideal, puro, a prueba de priístas, diríase que edificado sólo para beneficiar al PRD. Pero el PRD, el PT y MC critican el sistema electoral, siguiendo el liderazgo de López Obrador, que ellos avalaron como parte del sistema de partidos. Hoy Jesús Zambrano y López Obrador atacan el sistema electoral como si fueran ajenos a ellos, pero se trata del mismo sistema electoral que permitió la candidatura de López Obrador a jefe de gobierno sin cumplir los requisitos y que le permitió mover a las masas en el 2000 para ganar violando las reglas electorales. ¿En el 2000  y hoy no? Claro, en el 2000 López Obrador ganó y en el 2012 perdió.
12.- López Obrador se escuda en la democracia para defender la democracia. Pero su plan no es otro que identificar la democracia sólo si se invalida la elección y así mostrar que no perdió. Pero el plan es una muestra de la doble moral de López Obrador: a través de sus grupos de choque ataca a empresas, invade Soriana como en el 2006 atacó físicamente a Banamex, presiona en las calles, insulta a críticos como Carlos María y Ricardo Alemán. Eso sí, acude a las instancias institucionales a presentar alegatos pero ya reveló que no aceptará los dictámenes que le den a Peña Nieto la constancia de mayoría; y si ello ocurre, entonces desprestigiará al Tribunal Electoral.
13.- La democracia institucional tiene sus reglas y los partidos tienen que respetarlas. Por la esperanzas de ganar, el PRD y López Obrador dejaron pasar algunos hechos de parcialidad de funcionarios del IFE y del Trife. Como perdieron, ahora todo es malo. ¿Por qué el PRD y López Obrador no denunciaron antes esas presuntas irregularidades y por qué aceptaron participar en las elecciones? El retiro del PRD y de López Obrador antes de las elecciones hubiera evitado el conflicto poselectoral.
14.- La democracia de las masas es pasional,  caudillesca, depende de la voluntad del César, de la masa en masa, de la estridencia. El conteo de votos le dio casi 16 millones a López Obrador. Y ahora quieren convencer que esos votos fueron puros, en tanto que los de Peña Nieto y Vázquez Mota fueron impuros.
15. En México se va a dirimir, de nueva cuenta, en un conflicto poselectoral el modelo de democracia: el institucional o el cesarista.
Por Carlos Ramírez.
Post RLB. Punto Político.

AMLO gramática de democracia + Quiere cambiar forma de gobierno


A pesar de tener la licenciatura en ciencia política de la UNAM, Andrés Manuel López Obrador está confundiendo los términos de su lucha: lo que pelea no es la democracia como filosofía política sino como mecanismo procedimental.

Lo malo es que está alzando a las masas en un Plan Nacional de Defensa de la Democracia pero mañosamente habla del concepto de democracia como forma de gobierno cuando su insatisfacción es con el procedimiento de elección de gobernantes.

En el fondo y a partir de su formación como agitador social, López Obrador está desprestigiando la democracia representativa para privilegiar su modelo de democracia directa. El asunto no es nuevo: lo trató en 1993 el politólogo Giovanni Sartori --que conoce perfectamente México-- al señalar que la democracia representativa es un sistema de suma positiva en la que todos ganan, en tanto que la democracia directa es un juego de suma cero en la que todos pierden.
Al lanzarse contra las instituciones electorales que fueron reformadas por la sociedad y sus partidos y sin intervención del gobierno, López Obrador está destruyendo la credibilidad y por tanto la existencia de las instituciones básicas de la democracia, aunque tramposamente lo hace en nombre de la democracia.
La confusión del candidato presidencial perredista derrotado radica en el concepto de democracia como procedimiento de relevo de gobernantes por la vía del voto y por tanto como ejercicio democrático, pero lo condiciona a la democracia de plaza, de mano alzada y directa que él ejerce desde la masa como presentante única de la sociedad. La democracia representativa es el único mecanismo que garantiza el modelo de democracia que reconoce la pluralidad y ésta se acomoda vía los procesos electorales.
Paradójicamente, la democracia directa es la que establece la condición de menos democracia que la representativa. Lo señaló Sartori en su libro ¿Qué es la democracia?, por cierto circulado en 1993 en México en una coedición del Tribunal Federal Electoral y el Instituto Federal Electoral: “la democracia directa termina  por ser suma nula y, por tanto, un mecanismo que a) agrava los conflictos y que b) activa el principio mayoritario absoluto”.
La democracia representativa es la que refleja la pluralidad de la sociedad a través de la representación de todas las fuerzas políticas; por eso unas ganan y otras pierden pero en las estructuras de reparto de posiciones de poder todas las fuerzas obtienen sus parcelas. La democracia directa impone el principio del poder como poder coercitivo y dominante porque excluye a las minorías.
López Obrador confunde la democracia con el reconocimiento a sus denuncias, pero sin respetar los procedimientos que los grupos plurales se dieron desde 1996 cuando le quitaron la estructura electoral al gobierno y al Estado priísta. La democracia como mecanismo procedimental cumple con requisitos y sobre todo con reglas: campañas, elecciones, conteo, denuncias, resultados finales, desahogo de quejas y la parte más importante del proceso electoral como ejercicio directo de la democracia: la aceptación de resultados.
Muy a su estilo, López Obrador ha llevado al país a unas de las falacias del poder absolutista del cesarismo: condicionar la existencia de democracia a su victoria electoral; y si no gana, entonces no hay democracia. La gramática de la democracia lopezobradorista es absolutista, dictatorial, cesarista y sobre todo personalista. Lo contradictorio del asunto es que el PRD ha participado activamente en todas las reformas electorales y que fue pieza clave en la de 2007-2008 para supuestamente corregir las irregularidades de la elección presidencial del 2006 y ahora es el PRD el que hace alianza con López Obrador para liquidar los mecanismos democráticos existentes.
Para López Obrador, la defensa de la democracia consiste en atacar a las instituciones electorales de la democracia; pero el PRD y el tabasqueño tuvieron representantes en el IFE y participaron en la elección de consejeros electorales y magistrados electorales. Así, defender la democracia consiste, para el lopezobradorismo, en obligar a las instituciones democráticas a romper con sus reglas jurídicas estrictas para las que fueron creadas.
La democracia se defiende con democracia, es decir, con sus propias reglas aprobadas por todas las fuerzas políticas, en tanto que la no-democracia es la exclusión de la pluralidad social para beneficiar al que llene las plazas de masas aunque no llene las urnas.
Por tanto, López Obrador es un renegado de la democracia, aunque en nombre de la democracia. La única defensa de la democracia es la que protege las reglas e instituciones aprobadas; pero el PRD y el PAN de Madero quieren definir sus propias reglas democráticas. Si las instituciones judiciales electorales no responden a las expectativas, entonces el camino es el legal: de la ley a la ley. El PRD y el PAN de Madero han tenido años para reformas las instituciones, han participado en algunas reformas y nada hicieron para evitar las presuntas irregularidades de las pasadas elecciones presidenciales.
La estrategia de López Obrador es la de movilizar a sus masas contra las instituciones electorales para destruirlas y entonces erigir sobre sus cenizas la democracia directa que impone, diría Sartori, el “principio mayoritario absoluto”. Paradójicamente fue el mismo mecanismo político absolutista del PRI anterior a la democratización electoral. El PRD avaló el actual sistema institucional electoral que garantiza la participación democrática, porque aun suponiendo la compra de votos el elector depositó sin coerciones su boleta en libertad. Por ello la siguiente reforma electoral debe penalizar las formas de compra de votos, pero sin destruir el sistema electoral ni condicionarlo al cesarismo.
López Obrador quiere ganar sobre la destrucción del sistema democrático existente. Todo esto lo enseñan en ciencia política, pero López Obrador tardó más de quince años en titularse. Por algo sería.
Por Carlos Ramírez.
Post RLB. Punto Político