Frente AMLO, aliado de Lozano + Caso SME no pasó en la Cámara
En uno de esos giros absurdos de la política, la intolerancia de petistas y perredistas obligó a concluir apenas comenzada la comparecencia de Lozano. Y por el grado de agresividad y por la decisión petista-perredistas de introducir clandestinamente al ex líder electricista Martín Esparza al salón de plenos, la decisión mayoritaria fue dar por cumplida la comparecencia de Lozano. Así, el secretario del Trabajo se fue con algunos insultos en el bolsillo pero sin responder a las preguntas legislativas.
De nueva cuenta la dictadura de las minorías se volvió contra los intereses de la minoría. Hubieran ganado más el PT, el PRD y Convergencia sometiendo por horas al funcionario a preguntas de fondo, que facilitándole el día al impedir su comparecencia fugaz. El PT, el PRD y Convergencia, los tres que conforman un nuevo frente unido dirigido nada menos que por el salinista Manuel Camacho, demostraron escasa inteligencia política y se dejaron llevar por las pasiones.
Pero en el fondo, el PT, el PRD y Convergencia actuaron sobre la base del realismo pesimista, aquél que se deriva de las batallas perdidas de antemano. Los insultos del secretario del Trabajo del gobierno de Echeverría, Porfirio Muñoz Ledo, o el gesto de violencia del ex priísta tabasqueño Adán Augusto López Hernández tirándole billetes a la cara de Lozano fueron más bien el signo de la incapacidad, de la derrota, del fracaso.
El uso de la violencia y la agresión es el argumento de los impotentes en política. La estrategia debió haber sido otra: preguntas y argumentos para obligar al funcionario a salirse de sus cabales y entonces darle la estocada final, la puntilla política.
La oposición lopezobradorista tenía en realidad poco que argumentar. Fue una terrible falla política haber enviado a Muñoz Ledo a presentar el posicionamiento del PT como cabeza de la oposición frentista de Manuel Camacho. Y no sólo porque Muñoz Ledo perdió ya el encanto del pasado y por el padecimiento de una arterioesclerosis moral, sino porque Muñoz Ledo representa justamente la línea dura antisindical del PRI porque presidió la Secretaría del Trabajo de Echeverría que en esos años golpeó duramente al sindicalismo independiente, democrático y de izquierda.
Como secretario echeverrista del Trabajo, Muñoz Ledo aplastó al líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, al simbólico líder electricista Rafael Galván y al entonces naciente disidente líder de una fracción de telefonistas Francisco Hernández Juárez. La mano represiva de Muñoz Ledo se aplicó para consolidar al charrismo sindical del PRI y para fortalecer el liderazgo de Fidel Velázquez. Lo bueno para Muñoz Ledo, en ese entonces, fue que el PRI era un partido hegemónico, la oposición era atacada por la policía política y no existían crítica ni disidencia. De haber habido en esos años un congreso democrático como hoy, sin duda que Muñoz Ledo hubiera sido tachado de peor manera que a Lozano Alarcón.
El trasfondo real del conflicto en la Cámara fue la derrota política del SME y del frente camachista. Al dar por cumplida la comparecencia del secretario del Trabajo, la mayoría legislativa impidió que la oposición lopezobradorista hiciera al funcionario las preguntas más comprometedoras y no logró que el Congreso se convirtiera en un gran jurado del caso de la liquidación de Luz y Fuerza del Centro y de la desaparición del sindicato electricista. La gran victoria política de meter clandestinamente al ex líder Esparza al pleno se transformó en la gran derrota porque fue la justificación para cancelar la sesión y para dar por cumplida la comparecencia de Lozano.
Mal han entendido los lopezobradoristas el papel del debate político al confundirlo con el insulto y la agresión. Y el tono violento de los anfitriones fue respondido con un gesto de desprecio por el invitado cuando Lozano Alarcón no se dignó a mirar a Muñoz Ledo ni a López Hernández cuando éstos le exigieron que los mirara a los ojos. Esa escena, transcurrida en segundos, coronó la victoria política --esa sí-- de Lozano Alarcón. Ahí se firmó la derrota estratégica del lopezobradorismo como lanza de ataque de los electricistas desaparecidos: no fueron tomados en cuenta.
Al final, el más sonriente fue el secretario del Trabajo. Y Lozano Alarcón debería estar agradecido con los lopezobradoristas Noroña, Muñoz Ledo, López Hernández y --oh paradojas de la política-- el propio ex líder electricista Martín Esparza, porque ellos impidieron que fuera sentado en el banquillo de los acusados del Congreso. Los electricistas perdieron lamentablemente un aliado: la Cámara. Pero eso ocurre cuando se usan los argumentos de los impotentes, no los de la política.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB. Punto Politico.
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