julio 23, 2010

2012: Camacho “jubila” a AMLO + Salinas está “feliz de contento”

Como los verdugos de ayer son las víctimas de hoy, Andrés Manuel López Obrador acaba de ser jubilado de la política por Manuel Camacho Solís, casi al mismo estilo con el que el tabasqueño retiró a Cuauhtémoc Cárdenas del PRD: con una frase.
Cuando compitieron por la candidatura presidencial en el 2006, López Obrador desdeñó a Cárdenas con un dardo envenenado: “yo no me peleo con la historia”. Pero la historia era nicho, pasado. Hoy Manuel Camacho mandó a López Obrador al cuarto de los cachivaches políticos con el argumento de que “ya no podemos ser país de un solo hombre”.
La frase, por cierto, es el subtítulo de uno de los tomos de la biografía política de Antonio López de Santa Anna escrita por el lopezobradorista Enrique González Pedrero. Así, la pedrada de Camacho mandó también el parecido del tabasqueño con el Santa Anna maldecido por la historia de México.
La jubilación de López Obrador decretada por Camacho --en entrevista con Fidel Samaniego, publicada ayer miércoles en El Universal-- ha provocado una sonora carcajada proveniente del exterior: Carlos Salinas está “feliz de contento” porque su amigo, colaborador y cómplice político Camacho logró lo que el propio Salinas se había propuesto desde 1988 y no había podido conseguir: destruir a López Obrador.
Y Camacho, de hecho, jubiló a López Obrador para poder colocar a su pupilo Marcelo Ebrard como el próximo líder político máximo de la “izquierda” perredista, luego del trabajo de filigrana de Camacho para que las alianzas PAN-PRD provocaran que los perredistas reconocieran la legitimidad presidencial de Felipe Calderón y con ello, de modo automático, enterraran la presidencia legítima del tabasqueño. Así, Camacho logró prácticamente echar del PRD a López Obrador.
Desplazado del PRI, fracasado su proyecto de partido político particular y asesor áulico del PAN, a Camacho le quedaba el PRD. Y si su maniobra no da resultado, entonces no falta mucho para que aparezca, ahora sí formalmente y con honores, como operador político del PAN.
La larga lista de traiciones de Camacho es de antología:
--El 30 de mayo de 2005, publicó un artículo para explicar la operación política para desplazar a Cárdenas del liderazgo político y poner en su lugar a López Obrador.
Ahora Camacho va a repetir el numerito: quitar a AMLO con los mismos argumentos y colocar a Ebrard. Escribió en el 2005: “quien pierda la elección interna puede fortalecer el triunfo de quien la gane. Que quien gane puede respetar a quien pierda… Que ambos (Cárdenas y AMLO) pueden participar en donde los diferentes liderazgos se complementan y cooperan entre sí”. Pero al jubilar hoy al tabasqueño, Camacho ya impuso a Ebrard como el Gran Líder de la “Izquierda”.

En el 2006, ante la ofensiva del desafuero, Camacho dio una entrevista a Milenio para ofrecerse como el Plan B: Camacho como candidato sustituto, con López Obrador como un candidato en campaña desde la cárcel. En 1994 Camacho quiso ser el candidato sustituto del asesinado Luis Donaldo Colosio pero Salinas no pudo imponerlo.

En septiembre de 2008, Camacho ya había iniciado los contactos con el PAN. En un artículo en El Universal propuso un programa de estabilización política, delineó su proyecto como presunto secretario de Gobernación de Calderón e inclusive abrió un huequito: “reforzar el gabinete”.
Desde siempre, Camacho ha desdeñado a López Obrador y su política de masas.
En 1989, Salinas mandó a Camacho a cuestionar a su mentor (de Camacho) Pablo González Casanova por su discurso por el Premio Nacional de Ciencias en la que el investigador universitario pedía todo el poder al pueblo. Camacho cuestionó esa vía: “se puede llegar a la tentación de identificar al poder del Estado con el poder inmediato de las masas”. Es decir, “se parte del supuesto de la inminente descomposición del Estado y su necesaria sustitución por uno nuevo o por fórmulas anarquistas. Esta crítica democrática puede derivar en idealismos populistas o terminar en la justificación de una dictadura democrática”.
Camacho no ha podido aclarar su papel en el fraude electoral de Salinas en 1988: negociación con Luis H. Alvarez, presiones autoritarias a la prensa para cerrarle espacios a Cárdenas, amenazas --revelación de Marco Rascón-- al PRT de Rosario Ibarra de Piedra de identificarlo con la guerrilla y, como culminación, el papel central de Camacho, aliado a Diego Fernández de Cevallos, para quemar las boletas electorales a finales de 1991 en un horno de la Delegación Venustiano Carranza para borrar cualquier pista de las irregularidades. El operador de la quema fue el entonces secretario de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard.
Con el beneplácito festivo de Carlos Salinas, Manuel Camacho ya escribió el epitafio político de López Obrador, en la declaración a Samaniego, donde los tiempos verbales son una clave política:
“Creo que el liderazgo político de Andrés Manuel ha sido de enorme valía para las izquierdas. Les permitió un crecimiento que no hubieran tenido de otra manera. Pero me parece que el liderazgo de la izquierda ya no puede estar en manos de un solo hombre. Ya no podemos ser un país de un solo hombre”.
Para Camacho, el PRD-PT-PC y el grupo DIA, el reinado de López Obrador ha muerto. El grito ahora es otro: “¡viva el reinado perredista de Marcelo Ebrard”!
Por Carlos Ramirez
Post RLB. Punto Politico.

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