Los debates entre candidatos mayo 2012
El problema de la inseguridad se localiza de manera simple: las bandas actúan con la protección de sectores oficiales. La corrupción de la criminalidad ha comprado policías estatales y municipales, como lo vemos todos los días en las noticias. Y los candidatos dicen con toda tranquilidad que van a retirar a las fuerzas armadas de las calles para dejarle la seguridad a la policía, pero se niegan a dar explicaciones de cómo le harán para tener policías ajenos a la criminalidad.
Los debates entre
candidatos presidenciales se inventaron para darle la oportunidad al elector de
observar con sentido crítico las propuestas de los diferentes aspirantes pero
también para mirar el rostro de los que todo lo prometen a cambio del voto pero
luego no cumplen nada.
Sin embargo, la propia
política pervirtió el sentido original: los candidatos asumieron el debate como
un duelo de florete donde vale más la estrategia que la oferta original. En
1960, en el primer debate televisado en campañas presidenciales estadounidenses,
John F. Kennedy sedujo al electorado que miró el debate porque apareció
sonriente, fresco, jovial; en cambio, el republicano Richard Nixon ofreció la
imagen de un bandolero: ojeras casi como antifaz, encorvado, agresivo, la barba
como de dos días aunque era de barba cerrada y tenía que afeitarse tres veces
al día.
En México Diego Fernández
de Cevallos aprovechó la apertura y se lanzó a acusaciones contra el PRI y el
PRD y ganó el debate, sólo que de manera aún inexplicada “desapareció” del
escenario político y le dejó todo el espacio a Zedillo. En el 2006, López
Obrador aprovechó el escenario del segundo debate para acusar a familiares del
presidente Calderón de beneficiarse del poder y el candidato Calderón tardó en
reaccionar.
El debate de hoy domino no
ofrece certezas sino más incertidumbres. Los candidatos de los cuatro partidos
carecen de figura política, ha
demostrado que su discurso es demagógico, suponen que el electorado es
subnormal y por eso lo tratan como niños, llegan sin haber posicionado en el
espacio político alguna oferta coherente y todo el tiempo ha transcurrido entre
dardos verbales inofensivos y nada que tenga que ver con los problemas nacionales.
Un indicio de cómo vendrá
el debate ha estado en el manejo del contenido de los spots de radio y
televisión: el candidato del PRI va a lo seguro vendiendo la imagen y
resultados en general, la candidata del PAN no sabe cómo dimensionar la
herencia del presidente Calderón y se la pasa atacando al PRI, el candidato del
PRD perdió el foco y un día es amoroso y al día siguiente desenfunda su espada,
pero al final tampoco ha mostrado coherencia; y el candidato del Panal deambula
sin pena ni gloria, no sabiendo de dónde viene ni sabiendo a dónde quiere ir.
Los candidatos se han
preparado para la confrontación; es decir, podrá ser un pleito entre ellos
olvidándose del elector. Las propuestas y discursos conocidos nada dicen al
electoral salvo cuando hablan de programas de dinero regalado. Los mensajes de
los spots también desdeñan la inteligencia de los electores porque cifran en
una frase o en un compromiso incumplible el voto pasional. Por eso es que
muchos ciudadanos miraron con desdén la polémica por la negativa de TV Azteca
de transmitir el debate en el canal 13, porque al final de cuentas se trata de
un evento de/para las élites, no para el pueblo.
SEGURIDAD, SIN ESPACIO EN
CAMPAÑAS
De manera peligrosa e
irresponsable, el tema de la inseguridad se ha colado en la campaña
presidencial pero no para mantener la lucha contra el crimen organizado sino
para sacar raja electoral con las preocupaciones de la gente. Pero el tema en
la realidad está más claro que el agua porque el dilema es sencillo: combatir a
las bandas de delincuentes que todos los días asesinan, Secuestran y atacan o
regresar a las fuerzas armadas a los cuarteles y dejar a la sociedad sin
protección ante la dimensión de la criminalidad.
Lo malo parece ser la
intención de los candidatos y sus grupos partidistas de politizar la
inseguridad, sin entender que al final los afectados será el candidato que gane
las elecciones. Si se sondea en el fondo de a sociedad, en las zonas donde el
crimen organizado opera con impunidad y la complicidad de las autoridades locales,
los candidatos podrían tener un pulso real de lo que piensan importantes
sectores sociales. Pero los candidatos discursean para la tribuna, no para la
sociedad.
El problema de la
inseguridad se localiza de manera simple: las bandas actúan con la protección
de sectores oficiales. La corrupción de la criminalidad ha comprado policías
estatales y municipales, como lo vemos todos los días en las noticias. Y los
candidatos dicen con toda tranquilidad que van a retirar a las fuerzas armadas
de las calles para dejarle la seguridad a la policía, pero se niegan a dar
explicaciones de cómo le harán para tener policías ajenos a la criminalidad.
Si se toma en cuenta el
proceso de profesionalización de las fuerzas armadas, un oficial puede tardar
quince años en prepararse técnica, moral y ciudadanamente y dentro del estricto
orden de la disciplina militar. Los ejemplos de la policía federal exhiben
dificultades en la profesionalización por la falta de un elemento controlador:
loa disciplina militar; en las policías hay cuerpos de solidaridad similar a
sindicatos y por tanto existen muchas formas de indisciplina que dañan la
formación de cuadros.
La salida de la crisis de
seguridad no se encuentra en los discursos ni en las promesas sino en la
comprensión de la realidad. Pero los candidatos presidenciales en realidad no
andan en busca de la realidad ni de soluciones reales, sino de frases
demagógicas que capten las pasiones de los electores a favor de ciertas frases.
Hace tres años el Partido Verde rompió el avance en derechos humanos al pedir
la pena de muerte para secuestradores, a sabiendas de que era una bandera
imposible de cumplir aunque ganaron algunos votos.
Los partidos están
mostrando en las campañas que desdeñan a la realidad y a la sociedad y que sólo
se trata de agitar pasiones para obtener votos, aún a sabiendas de que van a
incumplir esas promesas.
Cómo estará la cosa que el
del PRI hace compromisos y los tiene que firmar ante notario como evidencias de
que la sociedad ya no le cree a los políticos, pero se cuida de firmar
compromisos que forman parte de su trabajo cotidiano.
Los que se preguntan por qué hay tantos indecisos y
por qué la votación será baja, no tienen más que revisar las campañas.
Por Carlos Ramirez
Post RLB, Punto Político.
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