mayo 10, 2012

Los debates entre candidatos mayo 2012


El problema de la inseguridad se localiza de manera simple: las bandas actúan con la protección de sectores oficiales. La corrupción de la criminalidad ha comprado policías estatales y municipales, como lo vemos todos los días en las noticias. Y los candidatos dicen con toda tranquilidad que van a retirar a las fuerzas armadas de las calles para dejarle la seguridad a la policía, pero se niegan a dar explicaciones de cómo le harán para tener policías ajenos a la criminalidad.
Los debates entre candidatos presidenciales se inventaron para darle la oportunidad al elector de observar con sentido crítico las propuestas de los diferentes aspirantes pero también para mirar el rostro de los que todo lo prometen a cambio del voto pero luego no cumplen nada.
Sin embargo, la propia política pervirtió el sentido original: los candidatos asumieron el debate como un duelo de florete donde vale más la estrategia que la oferta original. En 1960, en el primer debate televisado en campañas presidenciales estadounidenses, John F. Kennedy sedujo al electorado que miró el debate porque apareció sonriente, fresco, jovial; en cambio, el republicano Richard Nixon ofreció la imagen de un bandolero: ojeras casi como antifaz, encorvado, agresivo, la barba como de dos días aunque era de barba cerrada y tenía que afeitarse tres veces al día.
En México Diego Fernández de Cevallos aprovechó la apertura y se lanzó a acusaciones contra el PRI y el PRD y ganó el debate, sólo que de manera aún inexplicada “desapareció” del escenario político y le dejó todo el espacio a Zedillo. En el 2006, López Obrador aprovechó el escenario del segundo debate para acusar a familiares del presidente Calderón de beneficiarse del poder y el candidato Calderón tardó en reaccionar.
El debate de hoy domino no ofrece certezas sino más incertidumbres. Los candidatos de los cuatro partidos carecen de figura política, ha  demostrado que su discurso es demagógico, suponen que el electorado es subnormal y por eso lo tratan como niños, llegan sin haber posicionado en el espacio político alguna oferta coherente y todo el tiempo ha transcurrido entre dardos verbales inofensivos y nada que tenga que ver con  los problemas nacionales.
Un indicio de cómo vendrá el debate ha estado en el manejo del contenido de los spots de radio y televisión: el candidato del PRI va a lo seguro vendiendo la imagen y resultados en general, la candidata del PAN no sabe cómo dimensionar la herencia del presidente Calderón y se la pasa atacando al PRI, el candidato del PRD perdió el foco y un día es amoroso y al día siguiente desenfunda su espada, pero al final tampoco ha mostrado coherencia; y el candidato del Panal deambula sin pena ni gloria, no sabiendo de dónde viene ni sabiendo a dónde quiere ir.
Los candidatos se han preparado para la confrontación; es decir, podrá ser un pleito entre ellos olvidándose del elector. Las propuestas y discursos conocidos nada dicen al electoral salvo cuando hablan de programas de dinero regalado. Los mensajes de los spots también desdeñan la inteligencia de los electores porque cifran en una frase o en un compromiso incumplible el voto pasional. Por eso es que muchos ciudadanos miraron con desdén la polémica por la negativa de TV Azteca de transmitir el debate en el canal 13, porque al final de cuentas se trata de un evento de/para las élites, no para el pueblo.

SEGURIDAD, SIN ESPACIO EN CAMPAÑAS

De manera peligrosa e irresponsable, el tema de la inseguridad se ha colado en la campaña presidencial pero no para mantener la lucha contra el crimen organizado sino para sacar raja electoral con las preocupaciones de la gente. Pero el tema en la realidad está más claro que el agua porque el dilema es sencillo: combatir a las bandas de delincuentes que todos los días asesinan, Secuestran y atacan o regresar a las fuerzas armadas a los cuarteles y dejar a la sociedad sin protección ante la dimensión de la criminalidad.
Lo malo parece ser la intención de los candidatos y sus grupos partidistas de politizar la inseguridad, sin entender que al final los afectados será el candidato que gane las elecciones. Si se sondea en el fondo de a sociedad, en las zonas donde el crimen organizado opera con impunidad y la complicidad de las autoridades locales, los candidatos podrían tener un pulso real de lo que piensan importantes sectores sociales. Pero los candidatos discursean para la tribuna, no para la sociedad.
El problema de la inseguridad se localiza de manera simple: las bandas actúan con la protección de sectores oficiales. La corrupción de la criminalidad ha comprado policías estatales y municipales, como lo vemos todos los días en las noticias. Y los candidatos dicen con toda tranquilidad que van a retirar a las fuerzas armadas de las calles para dejarle la seguridad a la policía, pero se niegan a dar explicaciones de cómo le harán para tener policías ajenos a la criminalidad.
Si se toma en cuenta el proceso de profesionalización de las fuerzas armadas, un oficial puede tardar quince años en prepararse técnica, moral y ciudadanamente y dentro del estricto orden de la disciplina militar. Los ejemplos de la policía federal exhiben dificultades en la profesionalización por la falta de un elemento controlador: loa disciplina militar; en las policías hay cuerpos de solidaridad similar a sindicatos y por tanto existen muchas formas de indisciplina que dañan la formación de cuadros.
La salida de la crisis de seguridad no se encuentra en los discursos ni en las promesas sino en la comprensión de la realidad. Pero los candidatos presidenciales en realidad no andan en busca de la realidad ni de soluciones reales, sino de frases demagógicas que capten las pasiones de los electores a favor de ciertas frases. Hace tres años el Partido Verde rompió el avance en derechos humanos al pedir la pena de muerte para secuestradores, a sabiendas de que era una bandera imposible de cumplir aunque ganaron algunos votos.
Los partidos están mostrando en las campañas que desdeñan a la realidad y a la sociedad y que sólo se trata de agitar pasiones para obtener votos, aún a sabiendas de que van a incumplir esas promesas.
Cómo estará la cosa que el del PRI hace compromisos y los tiene que firmar ante notario como evidencias de que la sociedad ya no le cree a los políticos, pero se cuida de firmar compromisos que forman parte de su trabajo cotidiano.

Los que se preguntan por qué hay tantos indecisos y por qué la votación será baja, no tienen más que revisar las campañas.

Por Carlos Ramirez
Post RLB, Punto Político.

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