Responsable de la entrega política del gobierno de Morelos al PAN, ahora el militar retirado y ex jefe del espionaje Jorge Carrillo Olea mueve hilos de poder para enredar la posibilidad de que el PRI aproveche sus posibilidades de recuperar el gobierno estatal en el año 2012.
Echado del poder en 1998 por una impresionante protesta popular y por su presunta responsabilidad en el control del crimen organizado a través de su procurador y su jefe de policía, Carrillo Olea quiere convertirse no en el líder político priísta local sino en una especie de aduana caciquil. Molesto porque el alcalde priísta de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, no le contestó una llamada telefónica, el ex gobernador circuló una carta que exhibió políticamente al PRI. Presidente municipal Manuel Martínez GarrigósEl asunto no es menor ni menos aún local. El gobierno de Morelos es considerado como una joya de la corona del PAN. La crisis política local provocada por Carrillo Olea en 1997 y 1998 y su involucramiento directo en el crimen organizado permitieron el gobierno panista de Sergio Estrada Cajigal y luego el de Marco Antonio Adame. Pero los errores políticos de este último han abierto las posibilidades de que el PRI recupere el gobierno estatal en las elecciones de mediados del 2012.
A doce años de la crisis de seguridad en Morelos, la situación aparece más grave.
En 1997, el jefe del grupo antisecuestros de la policía judicial fue atrapado tirando un cadáver de un presunto delincuente en una carretera de Veracruz. El escándalo creció al punto de que involucró al director de la policía judicial y al procurador. La sociedad morelense, organizada por el líder perredista local Graco Ramírez, organizó una protesta creciente que Carrillo Olea no pudo manejar como gobernador. El 15 de mayo de 1998, Carrillo Olea presentó su solicitud de licencia al cargo, ante de la posibilidad de un juicio político.
La administración morelense de Carrillo Olea es aún recordada en Morelos. El PRI no pudo reconstruirse durante dos sexenios. Y sólo las gestiones erráticas de Estrada Cajigal y Adame han abierto las posibilidades de regreso del PRI al gobierno estatal. La victoria del priísta Manuel Martínez Garrigós colocó una cuña al panismo. Y es justamente en este momento en que Carrillo Olea se mete en la lucha política de la que fue vergonzosamente expulsado en 1998 para afectar las posibilidades priístas para bloquear al PRI y ayudar directa e indirectamente al PAN.
Por lo demás, Carrillo Olea tiene varios expedientes abiertos. Su renuncia al cargo de gobernador políticamente enfrió el expediente judicial sobre la complicidad de sus tres principales mandos judiciales-policiacos con el crimen organizado. Asimismo, Carrillo Olea fue señalado por el The New York Times como aliado del narco, junto al gobernador sonorense Manlio Fabio Beltrones. Pero Beltrones organizó una defensa de fondo que obligó al Times a disculparse y a limpiar sin problemas su expediente. Carrillo Olea no tuvo tiempo… ni ganas y quedó marcado.
Lo cierto es que el narco se asentó en Cuernavaca durante la gestión de Carrillo Olea. Lo grave de todo es que no se trataba de un improvisado: Carrillo Olea había manejado la oficina antinarcóticos de la PGR, el Centro de Información y Seguridad Nacional y tenía carrera militar. Es decir, una formación suficiente para evitar que el crimen organizado se asentara en su estado, a menos que se hubiera tratado de una decisión pactada.
La fallida gestión de Carrillo Olea destruyó la estructura política del estado. Como candidato, Carrillo Olea ganó con el 61% de votos en 1994 como candidato de Carlos Salinas pero el PRI cayó a 26% en el 2006. El PAN fue el beneficiario de los errores del priísta Carrillo Olea: pasó de 8.75% en 1994 a 55% en el 2000 y en el 2006 le bastó el 35% para mantener la gubernatura. Pero en las municipales de Cuernavaca, que dieron datos políticos para el 2012, el PAN cayó a 23% y el PRI saltó a 38%.
Por tanto, Morelos ha entrado en la zona de jaloneos dentro del PRI para las elecciones de gobernador del 2012. Y ahí ha aparecido la figura ya desgastada de Carrillo Olea, quien no sólo se quejó de que el alcalde priísta Martínez Garrigós no le contestara el teléfono sino que aprovechó el viaje para acusar a la administración municipal de “graves desfalcos”. El PAN ha convertido a Carrillo Olea en el padrino de su permanencia en el poder porque van a seguir usándolo para atacar al PRI. De hecho, a Carrillo Olea le corre el resentimiento con el PRI que no lo respaldó en 1998, pese a los datos de protección del crimen organizado.
Lo paradójico de todo es que Carrillo Olea hoy, olvidando el negro episodio de 1998, se permite darle unas lecciones de buen gobernar al alcalde Martínez Garrigós: “el gobernar exige un ilimitado compromiso con la honestidad, no sólo en lo material, sino en lo ético”. Sólo que son palabras dichas por un gobernante que fue humillantemente echado del gobierno de Morelos, aunque ahora, desde las páginas de La Jornada, da clases de “honestidad” y de “estrategias contra el crimen organizado”, casi todas ellas que no puso en práctica en Morelos y dejó el estado bajo el control de la delincuencia.
Por Carlos Ramirez.
Post RlB. Punto Politico.
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