PRD: democracia vs democracia + Esquizofrenia: sexenio autoaislado
La imagen de la esquizofrenia política de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador la ofreció la bancada lopezobradorista
en tres tiempos:
1.- En un discurso de odio e insultos, el abogado Ricardo Monreal acusó al Instituto Federal Electoral y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de tramar un fraude generalizado en la legalización de las elecciones, pero sin reconocer que él mismo es diputado por Movimiento Ciudadano en las mismas elecciones del primero de julio calificadas por las mismas instituciones electorales.
2.- Luego de que nadie ocupó la tribuna durante los discursos de odio de la coalición lopezobradorista, la pejebancada se metió en la tribuna durante la alocución de la diputada priísta Adriana Hernández Íñiguez con mantas que daban por muerta a la democracia, pero sin entender los pejistas que habían llegado a la Cámara justamente por la democracia y podían violar la urbanidad parlamentaria también por la democracia.
3.- Como recurso desesperado y de última hora, el presidente del PRD, el ex guerrillero Jesús Zambrano, amenazó personalmente a los magistrados del Tribunal Electoral con el “estallido social” si reconocían la validez de las elecciones y decretaban a Enrique Peña Nieto como presidente electo. El de Zambrano no fue un argumento jurídico sino una amenaza política y social. En todo caso, Zambrano aplicó la técnica de la película de La Cucaracha cuando a María Félix se le acaban las balas y les dice a sus seguidores: “miéntenles la madre que también duele”.
Así, el verdadero escenario pos-poselectoral se mostró el sábado en la primera sesión de Congreso general: la pejebancada acudió a todos los sinónimos de odio e insultos y tuvo ese espacio democrático para hacerlo ante los legisladores y gobernadores de militancia lopezobradorista o perredista --que ya forman dos grandes tribus dentro del PRD-- que ganaron las elecciones sin denuncias de fraude en la revisión de las actas de votaciones de sus cargos.
En este punto sigue latente la pregunta más enigmática del proceso electoral: ¿pudo realizarse un fraude o compra de votos para la elección presidencial pero sin afectar las elecciones legislativas y estatales? ¿Cómo se indujo al electorado a votar por Peña Nieto para presidente pero por perredistas para diputados, senadores y gobernadores?
La realidad es que ante el fracaso electoral de López Obrador, los voceros de su pejebancada inventaron el cuento chino del fraude para ocultar la derrota. Vale la pena revisar minuciosamente la intervención el viernes del magistrado Flavio Galván explicando las irregularidades en la presentación de la impugnación y sobre todo la pésima participación de los notarios lopezobradoristas. No sería mala idea que las escuelas de derecho pusieran esas actas de los notarios como ejemplo de lo que es un mal notario.
Lo que dicen que le ha dolido al Caudillo López Obrador es que ninguno de los candidatos perredistas ganadores en las pasadas elecciones se negó a asumir su cargo con el argumento de que todo el proceso electoral había sido irregular, aunque todos los legisladores de la coalición lopezobradorista fueron obligados otra vez a pagarle una cuota a López Obrador como parte de la venta de protección política a la que está acostumbrado el tabasqueño.
Los legisladores de la pejebancada no han podido explicar cómo hubo un fraude electoral en julio y esa coalición aumentó sus votos y bancadas y ganó dos gobiernos estatales. Y tampoco esa formación neopopulista ha sabido explicar la muerte de la democracia cuando avanzaron electoralmente y pudieron hacer su circo legislativo el sábado sin que nadie se opusiera a esos desaguisados.
Más que los discursos de odio e insultos cantando la muerte de la democracia, la pejebancada demostró el sábado en la sesión del Congreso general que la democracia mexicana está más viva que nunca y que cuenta con los mecanismos e instituciones para que algunos beneficiarios de esa democracia --ellos sí-- atenten contra la democracia al sustituir la política por el odio.
Pero aún más grave que el largo rosario de insultos contra las instituciones electorales y el presidente de la república, el punto que dejó una preocupación en el ambiente político fue la decisión del PRD, por quinto sexenio consecutivo, de anunciar su auto exclusión del sistema de toma de decisiones, de adelantar sus no a reformas y desde una minoría de menos de un tercio de tratar de imponer sus propuestas de gobierno. Esta esquizofrenia lopezobradorista-perredista pretende convertirse en fuerza dominante en la Cámara de Diputados con apenas el 16.6% como PRD y 27% como pejecoalición.
El que debe dar mayores explicaciones es el diputado plurinominal Ricardo Monreal porque fue el abogado electoral de López Obrador en las impugnaciones ante el Tribunal Federal Electoral y el responsable de racionalizar jurídicamente las denuncias… y fracasó. Y muy orondo enlistó una larga catilinaria de odios e insultos contra los magistrados del Tribunal que también habían calificado su elección como legislador. Si el ex priísta, ex perredista, ex petista y ahora movimientista estaba tan convencido del fraude, nada hubiera ilustrado más a sus señorías del Tribunal que su renuncia al cargo de diputado como argumento de la existencia del fraude y como un acto de decoro y de congruencia para apuntalar sus argumentos. Pero el mensaje que dejó Monreal fue claro: el que perdió fue López Obrador, no él como candidato pluri de Movimiento Ciudadano.
Lo que viene es una etapa de inestabilidad con poco efecto porque el PAN y el PRI ya aprendieron a negociar sin el PRD y de nueva cuenta la coalición neopopulista se quedará al margen de las reformas. Mientras el pejeperredismosigue en las plazas, los partidos en el Congreso van a legislar con o sin el PRD.
Por Carlos Ramirez.
Post. RLB. Punto Político.
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